
Evitar los rumores
Evitar los rumores. Un buen líder debe estimular el desarrollo personal de sus subordinados, súbditos, empleados, etc. y en ello juega un papel muy importante el hecho de crear un marco de condiciones adecuadas para que se mejore la educación y el nivel de instrucción de estas personas.
Ello no quiere decir que el líder debe enseñarles o dictarles qué es lo que deben pensar sus subordinados, sino que, muy por el contrario, si algo es lo único que debe inculcarles directamente es que deben desarrollar su propio criterio. Es decir, debe enseñarles a aprender.
Hay diversas acciones que se deben tomar
Hay diversas acciones que se deben tomar para lograr esto, pero una de ellas es modificar mitos anquilosados e ideas o costumbres que frenen el desarrollo de las personas.
Esto debe hacerse con cuidado, por supuesto, pues puede ser tomado de diversas maneras y nadie tiene derecho a destruir la cultura, pero en el mundo existimos para evolucionar, y no para aferrarnos a ideas o acciones que carezcan de cualquier fundamento.
Muchas veces, ideas que en un determinado momento pueden ser válidas, luego se transforman en extremistas o anquilosadas, con el consecuente atraso de quienes padecen su aplicación.
Tal ha sido, por ejemplo, el caso de la aplicación del comunismo al gobierno de varias naciones. Las ideas comunistas surgieron como consecuencia de los abusos del mundo capitalista del siglo XIX.
Tras su aplicación inicial en países como Rusia
Rápidamente, tras su aplicación inicial en países como Rusia, se pudo constatar en los hechos que el comunismo debía evolucionar. Quienes lo hicieron, lograron formar regímenes de gobierno socialistas y democráticos. Quienes no lo hicieron, formaron dictaduras que luego perecieron.
Es decir todas las ideas, por justificadas que sean o estén n un momento dado, deben ser revisadas periódicamente y se debe contar con la valentía intelectual de aceptar su cambio tras un tiempo.
Esta es una tarea típica de un líder, pues exige anticipación a los hechos y la adaptación de sistemas sociales para los nuevos cambios, evitando que estos sean apocalípticos, sino más bien graduales.
Entre este tipo de ideas que un líder debe cambiar, también se encuentran las llamadas «teorías conspirativas» que existen en muchas sociedades o grupos humanos, y que pretenden justificar diversos hechos, generalmente económicos, políticos o históricos, sobre la base de la conspiración de grupos obscuros que se han encaminado a producir un daño ex profeso a las supuestas víctimas de tales designios. Esas víctimas son, pro supuesto, aquellos que sostienen tales teorías.
No quiero decir que no existan conspiraciones en el mundo
No quiero decir que no existan conspiraciones en el mundo, o que no se realicen procesos de poder por vías de dudosa legalidad, pero la gran mayoría de estas teorías carecen de fundamentos serios, y es una de las tareas de un líder el traer a luz los argumentos genuinos que pueden dilucidar tales situaciones.
La necesidad de dilucidar semejantes asuntos no es tan menor como puede parecer: el propio Joseph Goebbels había dicho que ‘cuando una mentira se repite un millar de veces, se transforma en verdad’. Es decir, las mentiras y las verdades a medias pueden convertirse en ideas convincentes, pero al ser incorrectas, conducirán al error inevitable.
El problema es que si tales ideas convencen a un número suficiente de personas, resultará muy difícil controlar la situación y evitar que tal desastre, efectivamente, ocurra.
En el caso de muchas naciones
En el caso de muchas naciones, gran parte de sus desventuras se deben a la existencia de este tipo de teorías que pretenden fundamentar conspiraciones varias.
Pakistán y la India, con su disputa sobre Cachemira, constituyen un claro ejemplo de lo que el engaño de masas puede lograr: estos países mantienen ingentes arsenales, incluyendo armas atómicas, para pelear un conflicto interminable en el que ninguno de los bandos puede prevalecer sobre el otro, y todo esto a costa de los pueblos respectivos que mantienen y apoyan semejantes esfuerzos pese a que viven en la miseria, y los recursos destinados a esos arsenales podrían emplearse para mejorar su calidad de vida.
Es decir, la gente se empeña en mantener algo que solamente les trae destrucción y gastos, y que en más de medio siglo no les ha traído ningún beneficio, pues ninguno de los dos países ha podido vencer realmente al otro y apoderarse del terreno en disputa.
Desde hace algunos años
Desde hace algunos años, esta pelea sin fin por un palmo de tierra agrega al mundo, no ya a los ciudadanos de la India y Pakistán, el peligro de las armas nucleares. Es decir, ahora somos todos un poco prisioneros de esa farsa, pues de explotar alguna vez armas nucleares en Cachemira, resulta evidente que la contaminación no se limitará a la región.
Racionalmente, cabría preguntarse entonces si semejante metodología es útil de alguna manera tanto para los intereses reales de la población de la India, Pakistán o el mundo entero. El negocio lo hacen unos pocos políticos, militares y fabricantes de armas, pero a costilla de la humanidad.
Mientras la población de la India y Pakistán
Mientras la población de la India y Pakistán continúe engañándose sobre la naturaleza del problema de Cachemira, esta situación se mantendrá. Solamente se podrá cambiar esta cuestión cuando sean los propios habitantes de la región los que decidan hacerlo, y para ello es necesario que cuenten con los elementos de juicio indispensables.
Para ello es necesario que exista educación, que la gente se informa y que pueda desarrollar sus propias opiniones. Al ser un sin sentido toda el conflicto, no pasará mucho tiempo antes de que sean los propios ciudadanos de la zona los que se pregunten qué es lo que están haciendo.
Otra teoría conspirativa similar es la que se conoce como «plan andinia». Según esta teoría, difundida en la Argentina y Chile, el sionismo internacional intenta apoderarse de la Patagonia.
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