Cuando los ojos no ven

Una perspectiva diferente

Una perspectiva diferente. No todos percibimos el mundo de la misma manera, aunque estemos en el mismo lugar. Mientras algunos ven en la lluvia una bendición para sus cultivos, otros la ven como un obstáculo para sus planes, llevándolos a la melancolía.

Muchas veces, sin darnos cuenta, hemos adoptado una actitud pasiva ante la vida. Si el clima es fresco, me siento bien; si es caluroso, prefiero no hacer nada. Si gano más, ahorro; si me tratan bien, respondo de igual manera. Siempre con un «si» condicional.

Buscamos culpables externos, como «la situación del país», «la pérdida de valores» o «la influencia de los medios», para explicar nuestra situación actual.

La verdad es que, en gran medida, somos arquitectos de nuestro destino. Lamentablemente, muchos se convierten en hojas movidas por el viento, dejándose llevar por las circunstancias sin resistencia.

Recuerdo una conversación con un querido amigo que reveló una realidad: a veces estamos ciegos y nuestro corazón se adormece. Me decía: «David, tengo lo esencial: recursos, una familia amorosa y educación. Pero siento que no hago nada con ello». Esa sensación de «tener todo y no hacer nada» es lo que él llamó «indiferencia».

Esta indiferencia nos paraliza y nos mantiene en un estado de conformidad. A menudo estamos ciegos a las oportunidades que existen fuera de nuestra zona de confort.

Si tan solo pudiéramos darnos cuenta de que un esfuerzo adicional podría mejorar nuestra vida. Tenemos tantas ideas y aspiraciones, pero la mayoría permanecen solo como sueños.

Hoy te invito a un ejercicio. Haz una lista de todas las cosas que quisieras lograr, tanto para ti como para los demás. No te pongas límites. Puede ser desde comprar una casa hasta iniciar un proyecto solidario.

Apunta todo, revísalas y pon copias en lugares visibles para ti. Estoy convencido de que, al hacerlo, comenzarás a ver un mundo lleno de posibilidades y oportunidades que solo aquellos con verdadera visión saben aprovechar.