La Libertad Como Arquitecto de mi Destino
La Libertad Como Arquitecto de mi Destino. Celebro la libertad que poseo para trazar mi destino, para ser el artífice de mi propio camino, cualquiera que este sea. Comprendo que soy el único forjador de la calidad de vida que llevo, y en mis manos reposa la potestad de moldear mi experiencia diaria.
Reconozco mi capacidad para buscar incansablemente mi crecimiento personal y profesional. Soy consciente de que si no progreso, si me quedo estancado en las sombras de la mediocridad, soy el único responsable de esa inmovilidad.
Me regocijo en la libertad de dedicar mis talentos y habilidades al trabajo que elija libremente, y si algún día me encuentro sumido en la frustración, renegando de un camino que nunca deseé tomar, sé que soy responsable de cambiarlo.
Tengo la libertad de producir y adquirir los bienes materiales que ansío poseer. Si siento la frustración de no tenerlos, entiendo que soy el único responsable de transformar esa realidad.
Disfruto de la libertad de elegir a la persona con la que quiero compartir mi vida, sabiendo que soy igualmente responsable de su felicidad y realización, así como de la mía propia.
Decido sobre la extraordinaria responsabilidad de traer una nueva vida a este mundo, siendo plenamente consciente de que debo guiar su formación y desarrollo con amor y sabiduría.
Poseo la libertad de tejer redes de amistad y soy responsable de nutrirlas con lealtad y sinceridad, pues los lazos de amistad requieren un compromiso recíproco y verdadero.
Tengo el derecho inalienable de disfrutar de todos los bienes que la creación me ofrece, y si siento un vacío o insatisfacción, soy plenamente consciente de que es mi deber llenarlo con sentido y propósito.
Me regocijo en la libertad de soñar, de dejar que mi imaginación vuele sin límites, y entiendo que soy el único responsable si mi vida se torna vacía, sin metas ni aspiraciones que perseguir.
Tengo la facultad de hacer que mi espíritu crezca y alcance su plena realización; si su horizonte es estrecho, sé que depende de mí expandirlo.
SOY LIBRE para elegir los ideales por los que luchar, y con ello, soy responsable de la calidad del mundo en que vivo. Mi libertad es la semilla de la que germina la realidad que me rodea.
SOY LIBRE para amar y rendir honor a mi fe, para vivir conforme a los dictados de mi corazón y espíritu. Si fallo en cumplir con la misión que considero mi razón de ser, soy el único responsable de rectificar el curso.
En la libertad de mi voluntad, encuentro la mayor expresión de mi humanidad, y en la responsabilidad de mis elecciones, la más auténtica manifestación de mi poder para cambiar mi mundo y a mí mismo.