Aceptación

El Arte de la Aceptación Auténtica

El Arte de la Aceptación Auténtica. La aceptación es un arte delicado y complejo, una práctica de libertad que implica la sabiduría de abstenerse de imponer nuestra voluntad sobre la esencia inherente de las cosas y seres que nos rodean. Su primera lección consiste en resistir la tentación de estampar nuestra marca o de mutilar para ajustar a un ideal preconcebido; se trata, más bien, de abrazar lo que es. Hay una belleza inigualable y una fuerza imponente en la autenticidad de cada ser y en su manera única de manifestar su vigor y su carácter.

El sabio entre nosotros sabe que no debe entrar en el terreno resbaladizo del cuestionamiento o del reproche hacia las demandas intrínsecas que la naturaleza impone a cada criatura. Todo ser tiene su llamado distintivo, un reclamo que debe ser honrado, no cuestionado.

Considera la arcilla entre tus dedos: mientras la moldeas, permite que su esencia natural se manifieste. No busques extraer de ella lo que no está destinado a ser. Dentro de esa sustancia, que parece tener alma propia, yace un regalo único. Resiste la tentación de crear lo que no está destinado a existir; en lugar de ello, aprende a fluir con la libertad de su ser.

La más elevada manifestación de que has entendido y posees esta libertad se revela en tu capacidad de respetar, de permitir que las cosas sigan su curso natural sin presiones o imposiciones. Es el arte de dar forma a lo que ya es, de reconocer y cultivar la potencialidad que ya reside en el núcleo de cada entidad. De esta manera, un maestro genuino, un padre, una madre, o un amigo se vuelve paciente y atento, permitiendo que emerja lo que está destinado a ser, y amando sin protestas ni reclamos, aceptando plenamente lo que el otro está destinado a convertirse.

Por ello, amigo mío, te imploro que abraces la naturaleza de aquellos que te rodean. Y si logras no solo amar, sino también comprender a aquellos seres que acompañan tu existencia, eleva una plegaria para que se te conceda la gracia de amar en libertad. Que la comprensión te guíe para aceptar sin condiciones, amar sin ataduras, y vivir con la magnánima libertad que proviene de un corazón abierto y sabio.