Pasión y plenitud del alma para un Nuevo Año

El Alma Refulgente del Nuevo Comienzo

El Alma Refulgente del Nuevo Comienzo. Al considerar el alimento para mi alma, visualizo la persistencia de la pasión que albergo por mis pasatiempos, valores y aspiraciones. Creo que una derrota espiritual profunda es la pérdida del entusiasmo ante la vida y sus incontables oportunidades. En nuestro camino, encontraremos desilusiones, pérdidas y momentos tristes, pero ¿cómo, a pesar de ello, mantenemos encendida la chispa interna?

Dos pilares fundamentales se presentan: Apreciar las bendiciones de nuestra vida y mantener un compromiso firme con la acción. Diariamente, podríamos preguntarnos: “¿Qué gratitudes albergo hoy?” y “¿Qué aventuras me esperan aún?”.

La primera interacción nos centra en el lado luminoso. Reflexionando sobre lo que verdaderamente nos emociona y apasiona nos conecta con nuestro yo más auténtico. Como algunos afirman, lo que nos motiva a despertar cada día revela nuestra esencia. Por ende, dedicar tiempo a lo que nos hace vibrar con vida es esencial.

Incluso en tiempos oscuros, el amor por la vida es la llama que nos guía, el ancla que nos mantiene firmes. La verdadera espiritualidad reside en ese amor profundo y sincero por el simple hecho de existir. Si alguna vez nos sentimos perdidos o vacíos, las reflexiones clave serían: “¿Qué aventuras me esperan?” y “¿Cómo puedo colmar este vacío?”. Recordemos siempre que poseemos el poder de actuar, de trazar nuestro camino y mejorar nuestro destino.

Enfocándonos genuinamente en valorar nuestras bendiciones y explorar nuevos horizontes, el resultado es una felicidad más profunda y un logro más allá de lo que imaginamos.

Pensadores como Erich Fromm han distinguido entre el «ser» y el «hacer». Aunque puedan parecer opuestos, ambos se complementan. El «ser» nos centra, mientras que el «hacer» nos impulsa. Ambos son esenciales para una vida plena y significativa. Desde el silencio y la contemplación surgen las motivaciones y la claridad para actuar con propósito.

Cuando equilibramos el ser y el hacer, encontramos un alma en equilibrio y plenitud. En ese estado, somos capaces de valorar y enfrentar la vida con resiliencia y gracia.

Somos actores principales en el escenario de nuestra vida. La responsabilidad de la historia que contamos y vivimos es nuestra.

Mientras nos adentramos en este nuevo año, repleto de misterios y posibilidades, invito a meditar en estas palabras. Responde continuamente: “¿Qué gratitudes albergo hoy?” y “¿Qué aventuras me esperan aún?”.

Nunca dejes de perseguir tus pasiones, o podrías encontrarte aceptando menos de lo que mereces. ¡Que tengas un próspero y luminoso año nuevo!