Hola amigos lectores y escuchas, quisiera en esta oportunidad reflexionar acerca de algo de lo cual debemos ser conscientes, ya que todo lo que pueda transformarnos desde lo positivo traerá satisfacciones a nuestra vida.
Vivimos en un mundo saturado de ruido, distracciones y superficialidades que nos alejan de nuestra esencia más profunda. Nos hemos desconectado del corazón, de la tierra, y de aquello que da sentido a nuestra existencia. Pero dentro de nosotros hay un llamado silencioso, un susurro del alma que nos invita a despertar, a mirar la vida desde otra óptica; con amor, consciencia y presencia, sin importar lo que estemos viviendo en este momento, allí es donde radica realmente el aprendizaje, ese es el mensaje, aprender a ver dentro de nosotros.
Este artículo es una invitación a ese regreso, a volver a la raíz que sostiene todo, y a descubrir el poder transformador de nuestra mirada interior, una mirada que transforma si sabemos leer los mensajes que siempre nos hacen llegar, pero que por estar distraídos no sabemos ver y apreciar.
El poder de la mirada consciente
No solo vemos y tenemos nuestra percepción del mundo; también lo creamos. Nuestra atención, esa energía que somos capaces de emanar, cuando la enfocamos hacia el amor y la compasión esto hace que se expanda nuestra experiencia hacia una nueva y mayor consciencia. Esto solo sucede cuando vemos desde los ojos del alma.
En cambio, mirar desde el ego, la carencia, el miedo a la escasez o a la buena salud, nos limita y separa, hasta convertirnos en unos quejantes, capaces de abandonar todo lo que soñamos y vemos desde lo más profundo de nuestro ser. Nos volvemos amargados y dejamos de sentir satisfacción por aquellas pequeñas cosas que antes nos hacían sentir tan bien.
Mirar desde el alma es un acto creativo, capaz de construir una realidad más plena, abundante y unificada. Si comenzamos la práctica ahora mismo, seguro conseguiremos hermosos resultados muy pronto.
La desconexión actual y el llamado interior
El ser humano moderno se ha perdido en la materialidad del sistema, atrapado por el miedo, la ambición y la competencia. Este extravío nos aleja de nuestro propósito vital y nos deja vacíos, desconectados de nuestra verdadera naturaleza. ¿Realmente es tan difícil ver esto? Esto nos ha envuelto en una rutina, tratando de resolver desde lo que creemos debe ser, porque siempre ha sido así y habitualmente lo resolvemos siempre de la misma manera. Que ingenuos somos, parece que pensamos que los cambios que están sucediendo son solo para los demás y no para nosotros.
Pero ese ruido no es el final de la historia. En lo profundo de nuestro ser, existe un llamado urgente, importante y amoroso. Es el despertar a la verdad, a la libertad interior y la unidad, es una mirada que transforma.
Volver a la raíz
Volver a la raíz significa mirar hacia adentro, sanar las heridas, silenciar el ego y abrir el corazón. Es reconocer que puedo hacer algo más por mí, que no todo está perdido, que siempre hay maneras de transformar lo que no nos gusta, en algo que nos haga sentir bien, y que nos lleve a un camino de transformación íntima que nos devuelve claridad, sentido y confianza.
Al volver a lo esencial, a la raíz, reencontramos el amor como fuerza que une y sana, despertamos a una consciencia universal extraordinaria. Justo lo que necesita en este momento el planeta y toda la humanidad.
El viaje interior y la transformación colectiva
Cada transformación personal es un faro que ilumina el camino de otros. En un mundo caótico y dividido, quien despierta se convierte en un agente de cambio, irradiando luz y coherencia. Así, una mirada que transforma desde nuestro interior es la base para un cambio colectivo auténtico y profundo. Esta mirada consciente nace solo cuando hemos hecho el trabajo interior de reconciliarnos con nuestras emociones negativas, reconocer nuestras sombras y cultivar un estado de plenitud que no depende de las circunstancias externas, si no de que tan profundo puedas ver dentro de ti.
Un regalo para la humanidad
Una mirada que transforma es un verdadero viaje que comienza dentro de cada uno de nosotros. Cada paso consciente es un acto de amor hacia ti mismo y hacia la humanidad. Es tiempo de despertar. Es tiempo de conectar con nuestra fuente divina, con nuestro creador, con Dios.
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