Puerto Rico, un paraíso fiscal para los inversionistas en criptomonedas
El 2021 fue el año de la explosión de las criptomonedas. El crecimiento de divisas tan importantes como el bitcóin o Ethereum ha hecho ricas a muchas personas, a las que las autoridades fiscales persiguen para que paguen los impuestos correspondientes.
¿Qué pueden hacer para evitarlo? Trasladarse a otro país. Al igual que los paraísos fiscales de antaño, varios países son partidarios de ofrecer ventajas a los residentes de alto poder adquisitivo y han puesto a los inversionistas en criptomonedas en el punto de mira.
Puerto Rico forma parte de esta nueva ola de paraísos fiscales, y en 2021 vió la llegada de un gran número de expertos en criptomonedas.
El crecimiento de las criptomonedas
En los últimos años, se han producido varios movimientos alcistas entre las criptomonedas, pero el 2021 destaca por encima del resto. La popularidad de las criptomonedas se ha disparado una década después de su creación: actualmente, la gente puede reservar vuelos, jugar en casinos online e invertir en un sinfín de mercados de intercambio con criptomonedas.
El éxito de estas monedas digitales ha llamado la atención de los gobiernos. Algunos países se han subido al carro, como El Salvador, que se convirtió en el primer país en adoptar el bitcóin como moneda oficial. Otros, como China e India, han prohibido su uso en diferentes grados. Otros países han optado por una tercera vía: cambiar su legislación fiscal.
En 2019, Puerto Rico aprobó la Ley 60, también llamada Código de Incentivos, un paquete de medidas fiscales diseñado para atraer inversiones del mundo de las finanzas, la tecnología y otras industrias, pero sobre todo de las criptomonedas.
El resultado fue espectacular: 1200 solicitudes de residencia de personas físicas y 274 de personas jurídicas. Las ventajas parecen obvias: vivir en una isla preciosa e importantes beneficios fiscales.
La belleza de Puerto Rico
El Código de Incentivos de Puerto Rico está hecho a la medida de inversionistas millonarios. Las empresas pagan solo un 4 % de impuesto sobre sociedades, en comparación, por ejemplo, con el 21 % que se paga en los Estados Unidos. Una de las secciones del Código, relativa a inversionistas individuales, exime a los nuevos residentes de pagar el impuesto sobre las ganancias de capital, lo que permite adquirir propiedades de lujo y esperar a que su precio suba. Eso es música para los oídos de los habitantes de los Estados Unidos, que quieren evitar la escalada de impuestos que los demócratas quieren aplicar a los ricos.
El gobierno puertorriqueño reconoce el potencial de atraer nuevas inversiones y lleva aplicando ventajas fiscales desde 2012. Con ello, espera estimular la economía y la creación de empleo en la isla, que ha pasado apuros en los últimos años. La pandemia ha ayudado a fomentar el movimiento, ya que la gente está ahora más predispuesta a salir de las grandes ciudades. Y es especialmente atractivo para las empresas, ya que, además de las ventajas fiscales, la isla cuenta con mano de obra barata que habla perfectamente inglés.
Se calcula que, desde 2015, la nueva legislación ha servido para crear 40 000 puestos de trabajo nuevos, sobre todo en publicidad, relaciones públicas y contabilidad. La isla cuenta con un laboratorio de ideas propio, denominado Partnership for Modern Puerto Rico, que pone en contacto a nuevos inversionistas con empresarios locales. De esta manera, se pueden destinar los fondos disponibles a las industrias que los necesitan, lo que ayuda a crear oportunidades de empleo.
Ahora bien, no son solo las ventajas fiscales lo que atrae a los inversionistas. La isla cuenta con múltiples centros turísticos, como Bahía de San Juan o Dorado, que ofrecen sol, tranquilidad y todo tipo de lujos. Los amantes de la naturaleza pueden disfrutar de unos bosques espectaculares, de unos lagos deslumbrantes y de unas de las mejores playas del Caribe.
En pocas palabras, la isla ofrece una mezcla perfecta de naturaleza y vida urbana que explica el porqué de la explosión inmobiliaria.
La influencia de los residentes de alto poder adquisitivo ha provocado que los precios de las casas se disparen. En Bahía y Dorado, los precios se han duplicado y hasta triplicado en un breve período de tiempo. Junto a la playa de Dorado, por ejemplo, donde el precio del metro cuadrado supera en muchos casos los 30 000 dólares, hay propiedades que pueden llegar a costar 30 millones de dólares. La demanda contrasta con el poco espacio disponible en la isla, la más pequeña de las Antillas Mayores y doce veces menor que Cuba.
Problemas en el paraíso
Las zonas que experimentan un crecimiento rápido, como Puerto Rico, suelen conllevar algún efecto secundario negativo.
El precio que deben pagar los puertorriqueños por la creación de empleo es una fuerte inflación. Según los analistas locales, la rápida subida de los precios ha provocado que el salario promedio sea insuficiente para comprar una vivienda en el país.
Además, algunos de los cambios fiscales recientes solo se aplican a los recién llegados, lo que podría incrementar la tensión social. Las nuevas medidas fiscales no compensan el aumento del costo de vida, algo que los economistas definen como externalidad negativa.
Estos desafíos representan un gran problema para Puerto Rico, que quiere liderar el mercado de criptonaciones al que cada vez se sumarán más países. Aparte de las medidas tomadas por El Salvador, países como Portugal están suavizando su legislación fiscal en materia de criptomonedas, de modo que sus habitantes solo tengan que pagar impuestos si sus inversiones suponen su fuente de ingresos principal.
Todo apunta a que el mundo deberá adaptarse a lo que muchos expertos denominan «el futuro de las monedas». Y Puerto Rico está a punto de descubrir si funciona o no.