Miss Paranoia
Miss Paranoia. «En la diversidad está el encanto», solía decirme un anciano sabio. ¡Cuánta variedad existe! El mundo sería aburrido si viéramos la misma cara repetidamente en la escuela, trabajo o hogar.
Si fuera así, las personalidades serían estáticas. No habría incentivo para buscar autenticidad.
Durante los años académicos, conoces una variedad de apodos. En la universidad, me topé con apodos curiosos como «el observador», «el crujiente», «el cargado», «la sombra», «la antigua», «el calentador», entre otros. Pero uno que realmente me marcó fue el autoimpuesto por una amiga: “Miss Paranoia”.
Ella decía: “Ser Miss Paranoia no es solo un apodo, es una filosofía. Me permite prever y protegerme de engaños, ya que siempre asumo lo peor”.
Un enfoque curioso para la vida. Conocí a otros con un aire similar de paranoia, aquellos que sienten que todos traman algo en su contra.
A menudo, cruzamos con personas que, ante el más mínimo cambio en nuestro comportamiento, se sienten ofendidas.
Hay un dicho: “Vivir en constante sospecha no es vivir”. Ser perpetuamente desconfiado nos limita, atrae negatividad y nos impide comprender genuinamente a los demás, a menudo por temor.
“Miss Paranoia” solía afirmar su inteligencia diciendo que siempre estaba un paso adelante. Pero me pregunto: ¿Es inteligencia o simplemente miedo e inseguridad?
Buscar constante aprobación es agotador. Reconocer que todos tienen sus propias experiencias y perspectivas puede ayudar a superar la mentalidad paranoica.
Como un amigo solía decir, somos singulares pero no exclusivos. No somos el centro del universo, simplemente seres humanos aprendiendo de las experiencias.
La comunicación honesta y directa es la clave para evitar malentendidos. En lugar de asumir lo peor, comprende que cada persona tiene su propia batalla.
Así que, la próxima vez que percibas un comportamiento inusual, es probable que no tenga nada que ver contigo. Entenderlo te ayuda a vivir en paz, en lugar de en constante sospecha.