La Actitud: El Comienzo y Fin del Éxito
Todo profesional, desde entrenadores hasta cirujanos, reconoce la crucialidad de la actitud adecuada para garantizar un resultado exitoso. Puede que hayas oído el dicho: «Todo lo que termina bien, comienza bien». Este principio es un pilar fundamental en mis conferencias. La actitud con la que abordamos a otros puede significar la diferencia entre una conversación productiva y una fallida.
Piensa en el carismático estadista americano, Hubert H. Humphrey. Su entusiasmo era tan palpable que contagiaba a todos a su alrededor. Un relato publicado tras su muerte destacaba unas palabras que escribió a su esposa en 1935, al visitar Washington D.C. por primera vez: «Siento que podríamos hacer grandes cosas aquí. Tal vez involucrarnos en política, gobierno o servicio. Tengo esperanza y trabajaré para que este sueño se materialice». Con tal actitud, ¿cómo no iba a prosperar?
A menudo, el éxito o fracaso de un proyecto se determina incluso antes de que comience. Es como la historia del joven alpinista y el guía veterano. Una mañana, el joven se despertó alarmado por un fuerte ruido. Creía que era un desastre inminente, pero el guía le tranquilizó explicando que simplemente era el amanecer y el sol derritiendo el hielo. Es una metáfora de cómo, a veces, vemos los desafíos futuros como obstáculos insuperables en lugar de oportunidades.
Considera la anécdota de los dos vendedores de zapatos. Uno vio la falta de zapatos en la isla como un problema; el otro, como una gran oportunidad. La diferencia entre ambos fue su actitud.
Reflexión sobre la Actitud
Ahora, piensa en un proyecto que hayas pospuesto o abandonado por una actitud negativa. Lee de nuevo este texto y listas los beneficios que te esperan al concluir ese proyecto.
Siempre recuerda: «Todo lo que termina bien, comienza bien». ¡Eleva tu actitud y persigue el éxito!