Carlos V
El ascenso de Carlos V. En 1520, una serie de alianzas dinásticas y fallecimientos prematuros convirtieron al joven de veinte años en el rey más poderoso de Europa. Nieto de los Reyes Católicos, Carlos tenía las coronas de Castilla y Aragón por herencia, con las conquistas en América y en el Mediterráneo, También era Carlos I de España desde los dieciséis años. Cuando tenía veinte años , después de la muerte de su abuelo paterno, el emperador Maximiliano I de Habsburgo, fue coronado emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, así que era Carlos I de España y V de Alemania. También había otros importantes territorios incluidos en su fabulosa herencia.
La crisis de las comunidades y las germanías
Carlos I de España era un joven desconocido para los españoles, con un nutrido cortejo de expoliadores flamencos. Regresó a su tierra como Carlos V para colocarse la corona del Sacro Imperio, en Castilla había disgusto por dificultades económicas, sociales y políticas. Estalló en las Comunidades del reino que quisieron evitar la marcha del rey, frenar las imposiciones fiscales y administrar el país bajo el binomio de un gobernador general castellano junto a un reino en Cortes.
La respuesta inmediata fue el alzamiento de las Comunidades, con Padilla, Bravo y Maldonado al frente. La revuelta duró dos años. Al final, la batalla de Villalar (1521) dio el triunfo al bando imperial, más burgalés, señorial, autoritario y represor.
La reorganización política de Carlos V
Entre 1522 y 1529, en el transcurso de la estancia más larga del emperador en la Península, el rey consolidó su gobierno. Rodeó su administración de buenos colaboradores, al frente de los cuales se situó Francisco de los Cobos. En la cima de esta estructura se situó el Consejo de Estado, fundamental en materia de política exterior y también en otras.
Se alinearon el Consejo de Hacienda, el Consejo de la Inquisición y el Consejo de Órdenes Militares.
La conquista de las Indias: México y Perú
En 1522 Hernán Cortés, conquistador del imperio de los aztecas, se dirigía así por carta al rey Carlos V: «Vuestra Alteza se puede intitular de nuevo emperador de ella, y con título y no menos mérito que el de Alemania».
Los cambios más significativos fueron en la conquista de México por Hernán Cortés (1519-1522) y de Perú por Francisco Pizarro (1536); uno y otro aprovecharon inusitada crueldad como la primitiva división de los pueblos Aztecas e Incas.
La conquista de Chile (con Diego de Almagro y Pedro de Valdivia), Bogotá y los países del Plata, con una administración política dependiente de la realeza, el establecimiento de la estructura social de conquistadores y conquistados y la evangelización y afianzamiento de la religiosidad cristiana.
Dificultades económicas
Los desequilibrios de la economía española exigían una acción urgente; aún incierta bajo Carlos V. Era difícil poner manos a la obra en estas reformas, y poco pudo hacer Carlos V, entrampado como estaba por el costo de sus guerras.
A finales del reinado de Carlos V, la suspensión de pagos del Estado y la primera crisis hacendística de Castilla parecían próximas y el panorama económico peninsular era poco halagüeño.
El imperio universal
Las guerras, también se suscitaban por las consecuencias de la conflictividad política del reinado de Carlos V. Su excesivo poder despertó las susceptibilidades nacionales de los reinos como Francia, se encontraban lejos de su influencia. Tampoco agradó al papado, temeroso de un posible cesaropapismo en el momento cuando el luteranismo alemán y otros evangelismos obligaban a la Iglesia de Roma a un continuado esfuerzo político, ecuménico y conciliar.
Demasiados problemas para Carlos V. La resistencia francesa era muy tenaz y la oposición del papa, víctima del saqueo de Roma (1527), insobornable. El imperio universal soñado por Carlos V se orientó en una segunda fase hacia el Mediterráneo, de 1530 a 1544. Francia, Turquía y los poderes islámicos, tenían una coalición más laica que cristiana, lograron oponerse. Tuvo éxito en la conquista de Túnez (1535) y hubo un desastre en Argel (1541).
Era necesario, pues, intentar la reunificación de todas las iglesias cristianas. Las posiciones eran irreconciliables, se desencadenó una larga guerra civil entre los príncipes alemanes rebeldes, partidarios de la Reforma, y las tropas leales a la doctrina romana, encabezadas por Carlos V.
En el año 1548 se firmó el Ínterin de Augsburgo, el principio de acuerdo político del conflicto entre los reformistas y tridentinas, al final no se cumplió por no satisfacer a ninguno de los bandos.
El fin del reinado
El emperador abandonó España en 1543, dejando como regente a su joven hijo el príncipe Felipe, él mismo orientó la política y personalmente en las conocidas instrucciones de Palamós, pero había muchos problemas.
Ya anciano, Carlos V fue pragmático y casó a su hijo Felipe (viudo de su primer matrimonio) con María Tudor en 1554, buscando una alianza inglesa, decidió abdicar en Bruselas dos años más tarde.
El Imperio y los territorios austriacos pasaban a su hermano Fernando I.