El Valor de Ser Temeroso
El Valor de Ser Temeroso. Aunque pueda parecer sorprendente, el miedo puede transformarse en uno de nuestros más grandes aliados si sabemos cómo abordarlo.
Sientes cómo la adrenalina asciende, tus piernas flaquean, las palmas se humedecen y tu respiración se vuelve más rápida. El ritmo cardíaco se acelera y tus convicciones parecen disolverse.
Esta sensación nos es familiar cuando enfrentamos directamente al miedo, ese enigmático poder que, en ocasiones, desvía nuestros propósitos, nos llena de incertidumbre y nos lleva a prejuzgar sin experimentar la situación.
De acuerdo con el Diccionario General de la Lengua Española, «miedo» es el temor o inquietud que alguien siente ante la posibilidad de que algo no resulte como esperaba.
Este concepto parece encajar perfectamente con la naturaleza humana. Somos expertos en anticipar el futuro, relegar el pasado y, muchas veces, perder el presente. A menudo nos enfocamos tanto en lo peor que, cuando sucede algo positivo, no lo valoramos como deberíamos.
En nuestra vida diaria, el miedo se presenta en situaciones tan simples como una primera cita, el acto de negociar o el pedir permiso a nuestros padres. Aparece también cuando nos encontramos atrapados en la monotonía de una relación o al elegir un nuevo círculo de amigos. Sí, cambiar puede asustar. Sin embargo, el no cambiar me resultaría aún más aterrador.
Con el tiempo, el miedo ha sido malinterpretado. Desde pequeños, se nos asocia con entidades como el «monstruo debajo de la cama» o el temor a la oscuridad. De adultos, tememos a la inseguridad urbana o a la insuficiencia económica para sustentar una familia. Pero tener miedo no siempre es negativo. Diría que ser temeroso puede ser positivo, siempre y cuando sepamos cómo gestionarlo.
El miedo es una constante. No desaparece; simplemente se metamorfosea. Así que podemos redirigir estos temores, usándolos como un extra de energía que nos motive a actuar.
Ante el miedo o la incertidumbre, solo hay dos caminos a seguir, ya sea personal o profesionalmente: enfrentarlo o evadirlo. Soy partidario de enfrentar los desafíos, no por ser obstinado, sino por ser astuto. Al menos, deberíamos quedarnos con la certeza de haberlo intentado.
No hay oráculos o místicos con poderes que nos garanticen qué nos depara el futuro. Somos los protagonistas de nuestras historias y, por ende, responsables de sus consecuencias.
Las oportunidades están ahí para ser tomadas. El miedo a lo desconocido no debería ser un obstáculo insuperable; más bien, es un compañero que nos desafía día a día a alcanzar nuestros sueños, sin importar opiniones ajenas o estándares sociales.