El Ratón y la Ratonera

El Ratón y el Peligro Compartido

El Ratón y el Peligro Compartido. En un rincón apartado y pacífico, se encontraba una pequeña granja habitada por una pareja de agricultores y sus animales. Uno de los habitantes más inquietos era un ratón que siempre andaba al acecho de lo que ocurría.

Un día, mientras observaba desde su escondite, vio a la granjera abrir un paquete. Con curiosidad y esperanza pensó: «¿Será una delicia que pueda robar?”, “Tal vez, queso fresco o esas galletas que tanto le gustan al granjero». Pero su alegría se tornó en miedo al darse cuenta de que ¡era una trampa para ratones!

Alarmado, corrió por la granja gritando: «¡Hay una trampa en la casa, una trampa!». Los animales se asombraron, pero no todos sintieron la misma urgencia. La gallina, picoteando, respondió: «Lamento tu situación, pero no me afecta directamente».

Al compartir su preocupación con el cordero, este le respondió: «Rezaré por ti, pero no hay mucho más que pueda hacer». Cuando llegó a la vaca, ella solo preguntó: «¿Estoy en peligro yo también?».

Esa noche, un ruido sacudió la granja. La trampa había capturado algo. La granjera, al intentar ver qué había atrapado, fue mordida por una serpiente venenosa que había quedado atrapada en la ratonera. Tras llevarla al hospital, volvió con fiebre. Y para cuidarla, se sacrificó a la gallina para hacer un caldo. A medida que la situación de la granjera empeoró, se necesitaron más recursos y el cordero fue el siguiente en ser sacrificado. Finalmente, la granjera falleció y, para alimentar a los que vinieron a ofrecer sus condolencias, fue sacrificada la vaca.

El mensaje de esta historia es claro: Todos estamos conectados. Lo que le afecta a uno puede terminar afectando a todos. La indiferencia puede tener consecuencias inesperadas.

Para concluir, comparto una reflexión sobre la bondad y la comprensión:

El sol y el viento debatían sobre quién era más poderoso. El viento, queriendo demostrar su fuerza, señaló a un anciano con una capa y desafió al sol a hacer que se la quitara. Tras esconderse el sol, el viento sopló con furia, pero el hombre se aferró más a su capa. Al darse por vencido el viento, el sol salió y sonrió cálidamente, logrando que el hombre, confortado por su calor, se quitara la capa. Con esto, el sol mostró que la gentileza y el cariño tienen un poder mucho mayor que la agresión y la fuerza.