
¿Sirve de algo discutir?
¿Sirve de algo discutir?
Hombres y mujeres que discuten de esa forma no sólo hieren sus sentimientos sino que perjudican su relación. Así como la comunicación construye el elemento más importante en una relación; las discusiones pueden ser el elemento más destructivo; porque cuanto más cerca estamos de alguien, más fácil resulta herirlo o ser herido.
Para todos los fines prácticos es recomendable; sugerirle a todas las parejas que no discutan. Cuando dos personas no están involucradas sexualmente les resulta mucho más fácil conservar las distancias y ser objetivas en el momento de discutir o debatir. Pero cuando las parejas involucradas emocionalmente y; en especial, sexualmente, discuten, pueden asumir las diferencias de forma personal.
Como pauta básica: no discuta nunca. En lugar de ello, analice los pros y los contras de algo. Negocie lo que quiere; pero no discuta. Es posible ser sincero, abierto y expresar incluso sentimientos negativos sin discutir ni pelear. Algunas parejas se pelean todo el tiempo y gradualmente su amor muere. En el otro extremo, algunas parejas suprimen sus sentimientos sinceros a fin de evitar el conflicto y no discutir. Como resultado de suprimir sus verdaderos sentimientos; también pierden contacto con sus sentimientos afectuosos. Una pareja está librando una guerra mientras que la otra está pasando por una guerra fría.
Es mejor que una pareja encuentre un equilibrio entre estos dos extremos. Al desarrollar buenas comunicaciones; resulta posible evitar discusiones sin tener que suprimir los sentimientos negativos y las ideas y deseos conflictivos.
¿Qué ocurre cuando discutimos?
Si uno no comprende que los hombres y las mujeres son diferentes; resulta muy fácil iniciar discusiones que lastiman no sólo a nuestra pareja sino a uno mismo. El secreto para evitar las discusiones es la comunicación afectiva y respetuosa.
Las diferencias y los desacuerdos lastiman menos que la forma en que uno los comunica. Idealmente; una discusión no tiene por qué lastimar; por el contrario, puede ser simplemente una conversación atractiva que exprese nuestras diferencias y desacuerdos. (Resulta inevitable que en algunos momentos las parejas tengan diferencias y desacuerdos).
Desde un punto de vista práctico, la mayoría de las parejas comienzan a discutir sobre algo y en cinco minutos ya están discutiendo sobre la manera en que están haciéndolo. En forma inadvertida comienzan a lastimarse mutuamente; lo que pudo haber sido una discusión inocente, fácilmente resuelta con una mutua comprensión y aceptación de las diferencias; degenera en una batalla. Se niegan entonces a aceptar o comprender el contenido del punto de vista de su pareja por la manera de enfocar la situación.
La salida para una discusión implica ampliar o restringir nuestro punto de vista a fin de integrar la opinión del otro. Para llevar a cabo dicha restricción necesitamos sentirnos apreciados y respetados. Si la actitud de nuestra pareja no es afectuosa; nuestra autoestima puede sentirse realmente herida al incorporar su punto de vista.
Cuanto mayor intimidad tengamos con alguien, más difícil resulta escuchar objetivamente su punto de vista sin reaccionar ante sus sentimientos negativos. Para protegernos del hecho de sentirnos indignos de su respeto o aprobación; surgen defensas automáticas para resistirse al punto de vista del otro. Aún cuando estemos de acuerdo con su punto de vista, podemos obstinadamente persistir en la discusión.
Adaptación de: Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus, John Gray.
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