Richard Páez

Richard Páez Historia de Exito

Entrevista a Richard Páez Es un líder que envuelve con aires de espontánea simpatía; con el convencimiento que se debe capacitar permanentemente para que los demás puedan hacer las cosas con autonomía y eficacia. Que inspira confianza e inyecta entusiasmo a cada una de las metas que traza. Que habla de sus experiencias como procesos de evolución, convencido que a cada una hay que sacarle el mayor provecho buscando siempre algo más; por todo lo que todavía queda por hacer.

Cualquiera que haya hablado de fútbol venezolano se habrá visto obligado a mencionar su nombre: Richard Páez Monzón, un hombre que a fuerza de motivación, dedicación y creencia en que las cosas si se pueden, le abrió las puertas a una nueva etapa en el balompié nacional. A este hombre el país le debe el ascenso en el ranking hasta el puesto 81 que estuvo por años en el 115.

¿Cómo se define Richard Paez?

“Soy un hombre coherente con sus ideas, que asumen los riesgos cuando le corresponden y tiendo a ser agradecido con la gente que me ha correspondido”

¿Cómo logró cambiar el paradigma?

“Creo que el concepto estaba errado siempre. En Venezuela ha habido fútbol, pero la selección venezolana no jugaba con sentimiento. Ahora hay una verdadera identidad con estilo de juego porque el mensaje es asumir los riesgos y la gente se enamoró de ese estilo y así cambió el paradigma, a través de una estrategia futbolística coherente con la motivación teórica que entiende que podemos hacerlo”

¿Qué es para usted ser considerado un líder?

“No estoy con la idea de quedar en la historia sino más bien de asumir un papel que me correspondió y que toda la vida trabaje para ello y que ahora le estoy mostrando a Venezuela que se pueden cumplir las metas.“

Liderazgo en los genes

Hasta la carga genética respalda el liderazgo de Richard Páez, nacido el 31 de diciembre de 1953; es el cuarto de 12 hijos de la unión de Dora Alicia Monzón, oriunda de Jají, y Guillermo Enrique Páez. Los llamaban “los temibles Páez”, contra los cuales se enfrentaba el barrio en los torneos de fútbol, por lo menos hasta que crecieron y fueron al colegio jesuita marabino, el San Luis Gonzaga, los primeros cinco, entre ellos Richard, a quien le gustaba más el béisbol. Allí los curas le censuraron el bate, pero, en cambio, le permitieron patear para bien del deporte nacional.

“Llegaba a la casa y hacía rápidamente las tareas para tener de 5 a 8 de la noche para jugar”, recuerda.

Comenta que como él sus once hermanos, todos profesionales, llevan el fútbol en las venas y desde hace años en suelo merideño dirigen su propia escuela de fútbol menor: La Academia Emeritense. Asímismo, su hijo Ricardo David, ha seguido los pasos de su padre cosechando éxitos dentro y fuera de nuestras fronteras, además encabeza la selección vinotinto mucho antes que su padre fuese el director técnico. Para Páez, Ricardo David más que su hijo es su amigo y más aun su más grande orgullo.

¿Se concentra más en los retos que faltan o en los triunfos que ha logrado?

“El pasado sirve para corregir, aprender y solidificar; pero el futuro es lo que verdaderamente atrae y motiva para seguir “

¿Qué significa para usted el éxito?

“La convicción que he tenido de que cuando se tiene talento y se suma con el sacrifico de asumir los riesgos con perseverancia se logran los resultados y se adquiere un compromiso porque se tiene talento.”

Camino vinotinto

El fútbol es su pasión, pero su vocación la medicina. Como jugador se consagró con Estudiantes de Mérida, donde comenzó como profesional a los 18 años. Quienes lo recuerdan señalan que era un mediocampista delgado y creativo, pero fuerte como un tanque. También jugó con el Portuguesa FC y el Deportivo Táchira. Con los tres clubes quedó campeón del torneo venezolano.

Mientras pateaba balones Richard Páez cursó estudios en la Universidad de los Andes (Venezuela) titulándose en la carrera de medicina en el año 1976. Fue poco tiempo después, a sus 28 años, que decidió retirarse de las canchas, para viajar a Buenos Aires (Argentina) a cursar un postgrado en traumatología. Allí le ofrecen la oportunidad de firmar un contrato con el Deportivo Español, de Primera División, pero por razones personales descartó esa posibilidad.

Su carrera como técnico

Comenzó con una pasantía de 3 meses en Milanello (Italia), en el centro de entrenamiento del AC Milán en los tiempos de Fabio Capello. Años más tarde regresó a Mérida (Venezuela) y organizó su propia escuela de fútbol: la Academia Emeritense.

Después de 1995 se consolida como entrenador al sacar a ULA-Mérida (Venezuela) de segunda división y al llegar a los cuartos de final de la Copa Libertadores con Estudiantes de Mérida. Su currículo también muestra un curso con Arrigo Sacchi (1995), asistente de Carlos Bianchi en Boca Juniors (1997) y observador en el Standard de Liège de Bélgica (1997). Posicionado como uno de los mejores entrenadores criollos y luego de dirigir a la Sub-23 en el Suramericano de Ecuador (2001) le ofrecen el banquillo de la vinotinto, donde se convierte en el seleccionador más exitoso de la historia del fútbol venezolano.

Por otra parte, comenta que respeta lo ganado con esfuerzo durante más de cuarenta años: su participación como mediocampista estelar, su pase el más costoso en la historia del fútbol venezolano al Portuguesa, sus estudios de medicina, su especialización en traumatología, su matrimonio con Yajanira Gómez, y sobre todo el nacimiento de su hijo Ricardo David.

¿Cuál, a parte de estas, ha sido su mayor satisfacción?

“Saber que a Venezuela ahora se le respeta en el fútbol, ya que asumimos un papel protagónico, con responsabilidad y personalidad”.

¿Cuál es su filosofía?

“Que para ser ganador hay que tener alguna característica que normalmente todos tenemos que es carácter, asumir retos con sentido de pertenencia y equilibrio, y sobre todo paciencia porque no siempre se consiguen las cosas de entrada o continuamente; que aprender a asumir los altibajos y sobre todo que definitivamente todos somos importantes”.

¿Qué son para usted cada uno de sus jugadores?

“Son mi máximo orgullo, como líder debo expresar el éxito de un equipo que recompensa todos los ideales y compromisos que siempre he tenido en mi carrera”.

Este es el retrato de un hombre que con su empeño de no desmayar en sus intentos ha logrado rescatar el orgullo de la camiseta vinotinto.

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