
Qué fue lo que entendí
Qué fue lo que entendí. Recientemente sostuve una larga y amena conversación con un gran escritor, a quien conocí de una manera casi mágica en Las Lomas de Cubiro. Este extraordinario ser humano me pidió que no revelara su nombre ya que estaba de incógnito disfrutando unas cortas vacaciones en nuestro bello país. Entre las miles de cosas que hablamos, me dijo que todo el que escribe debe compartir con sus lectores lo que ha entendido sobre lo que es la vida y lo que ha entendido sobre lo que ha sido su vida. Y decidí hacerle caso.
Después de casi 55 años de vida, he entendido algunas cosas que quiero compartir con ustedes amables lectores. Espero sean de su completo agrado.
Por ejemplo, entendí que existe una enoooorme diferencia entre dar la mano y socorrer a un alma, que amor no significa apoyarse en alguien sino apoyar a alguien y que compañía pocas veces significa seguridad y estabilidad.
Entendí que el perdón es algo que debemos practicar todos los días de nuestras vidas, porque aún las personas buenas pueden herirnos alguna vez y las personas que más amamos puede lastimarnos con o sin intención. Necesitamos perdonarlas.
Me di cuenta de que hablar puede aliviar los dolores del alma, y que el escribir, al igual que el hablar, puede ayudar también a sanar el dolor emocional.
Entendí que tarda mucho tiempo ganarse la confianza de alguien y apenas unos segundos destruirla y que además podemos hacer cosas de las que nos arrepentiremos el resto de nuestras vidas.
Comprendí que las verdaderas amistades son extemporales, continúan creciendo a pesar del tiempo y la distancia. Los buenos amigos son como los buenos programas de televisión: cada vez más escasos.
Entendí que no tenemos que cambiar de amigos si estamos dispuestos a aceptar que los amigos cambian. Todo cambia, todo está en un constante cambio, lo único permanente es la impermanencia. Esto lo aprendí del Budismo.
Entendí que podemos pasar buenos momentos con el ser amado haciendo cualquier cosa o simplemente haciendo nada, sólo por el placer de disfrutar de su compañía.
Muchas veces tomamos a la ligera a las personas que más nos importan y por eso siempre debemos decirle a estas personas que las amamos, porque puede pasar que sea ese momento la última vez que las veamos.
Entendí que el ego es nuestro principal enemigo, es el que hace que despreciemos o subestimemos a tantas personas valiosas que llegan a nuestras vidas a través de los años. Es el ego el que nos mueve a sentirnos importantes o pensar que somos más que los demás, por lo que hay que cultivar la humildad, la impersonalidad de la existencia. Nunca debemos compararnos con los demás, salvo cuando queramos imitarlos para mejorar. Nadie es más que nadie, yo no soy más o mejor que un granito de arena, la hoja de un árbol, un latero o un niño de la calle. Un general no es más que niño ni un médico es más que un paciente con Sida. Todos somos iguales ante los ojos de Dios nuestro Padre. Practiquemos la humildad.
Entendí que las circunstancias y el ambiente que nos rodea tienen influencia sobre nosotros pero nosotros somos los únicos responsables de lo que hacemos, por lo que no endosemos responsabilidades.
Descubrí que si no controlo mis emociones ellas me controlarán a mi y que ser flexible no significa ser débil o no tener carácter porque no importa cuán delicada y frágil sea una situación, siempre existen dos lados. El bambú no se quiebra porque es flexible. Cuando hay viento fuerte no ofrece resistencia, se deja llevar, y cuando pasa el viento vuelve a su posición original. Esto también lo aprendí del Budismo.
Entendí que la paciencia requiere mucha práctica y es algo que debemos aprender porque nos será muy útil, sobre todo en estos tiempos en que se cometen tantos errores debido a la impaciencia.
Aprendí que algunas veces la persona que creía que me iba a patear cuando me cayera tal vez sea una de las pocas que me ayude a levantarme cuando caiga.
Que madurar no tiene nada que ver con los años que he vivido y mucho más que ver con lo que he aprendido de las experiencias.
Entendí que nunca se le debe decir a un niño que sus sueños son tonterías ya que pocas cosas son tan humillantes como esa, y sería una tragedia si lo creyese porque les estaríamos quitando las esperanzas. El mundo de los niños es el mundo de los sueños, ideales y esperanzas. Ellos viven en la casa del futuro.
Entendí que cuando siento rabia tengo derecho a tenerla pero eso no me da el derecho de ser violento y agresivo. Con la misma severidad con que juzgo también seré juzgado y en algún momento condenado. Con la vara que mides serás medido dice la Biblia, es la Ley de Causa y Efecto operando en todos los planos de mi existencia.
Entendí que las personas aman de acuerdo a lo aprendido y de sus experiencias en al amor. Solo porque alguien no me ama de la forma que quiero no significa que no me ame; sucede que hay personas que nos aman, y nos aman mucho, pero no saben como demostrarlo.
Aprendí que no importa en cuantos pedazos alguna dama partió mi corazón, el mundo no se va a detener esperando hasta que lo arregle.
El tiempo no es algo que pueda volver hacia atrás por lo tanto debo cultivar mi propio jardín y decorar a mi alma, en vez de esperar que alguien me traiga flores.
Entonces y solo entonces entendí realmente lo que puedo soportar, que soy fuerte y que podré ir mucho más lejos de lo que pensaba cuando creía que ya no se podía más.
Y es que realmente la vida vale mucho cuando aprendemos a disfrutarla.
Eso fue lo que entendí.