Progreso de México: Educación y Desafío
Mientras los países avanzados ven duplicarse su demografía cada siglo y dos décadas, la nuestra lo hace cada 33 años. Para 2010, se prevé que la población mexicana alcance los 115 millones. Ante este panorama, surgen interrogantes cruciales: ¿Cómo aseguraremos empleo, vivienda, atención médica y alimentación suficientes? No es sostenible continuar patrocinando la pobreza y el abandono, ya que esto solo conduce a un mayor empobrecimiento nacional. La solución reside en la creación de riqueza y en proporcionar a las futuras generaciones las herramientas necesarias para su autorrealización, representando este el mayor desafío de nuestra era.
Las potencias mundiales, tales como Alemania, Francia, Japón, Inglaterra, Italia, Canadá y Estados Unidos, han demostrado que la educación es el pilar de su progreso y avance. A pesar de que su camino ha sido extenso, el bienestar y las oportunidades de desarrollo que han ofrecido a sus ciudadanos justifican su esfuerzo.
En México, el sector empresarial, la sociedad civil y el gobierno deben unirse en los próximos diez años en una iniciativa educativa ambiciosa que nos equipe para enfrentar los desafíos de una competencia global y nos capacite para el siglo XXI. Esta educación debe incluir formación tecnológica actualizada y fomentar valores esenciales como la conservación ambiental, la cohesión familiar y la responsabilidad social, evitando así una tecnificación que deshumanice a nuestra fuerza laboral.
A través de la educación no solo alcanzaremos una mayor productividad sino también una calidad humana insuperable.
Si bien la educación tiene un alto costo, la ignorancia es aún más cara. Quienes lideramos en el ámbito empresarial debemos reconocer que contribuir al desarrollo humano es una de las maneras más nobles de dejar una huella en la historia, forjando ciudadanos ejemplares a través de la educación. Aquellos de nosotros que hemos disfrutado de oportunidades educativas y de desarrollo personal y profesional, podemos afirmar que México ha sido generoso; ahora es el momento de cuestionarnos qué tan generosos seremos con México. Nuestro turno ha llegado; nuestro desafío es inmediato. Convirtamos cada empresa en un foco de aprendizaje y abordemos con fe y determinación nuestro deber histórico hacia la nación.
Con un promedio de escolaridad a nivel de primaria, México no puede competir internacionalmente en igualdad de condiciones. No es viable que nuestro crecimiento dependa de circunstancias momentáneas como fluctuaciones en el precio del petróleo, pues cualquier beneficio se ve anulado por el incremento en los costos de insumos y maquinaria importados. La única vía para aprovechar el mercado global y futuros recursos financieros es mejorando nuestra productividad y la calidad de nuestros productos y servicios.
Los retos a los que se enfrentan las empresas mexicanas en el panorama internacional incluyen:
- Un nivel educativo que no alcanza siquiera al de los países socialistas, recordando que no se pueden lograr grandes cosas con recursos limitados.
- Cuatro décadas de proteccionismo han disminuido nuestra capacidad competitiva; el temor no debe ser a la competencia, sino a la falta de competencia propia.
- Un nivel tecnológico insuficiente, reflejado en el dicho: «Los sarracenos nos ganaron por su mayor saber».
- Una política económica enigmática y confusa, sin una dirección clara.
No obstante, México posee fortalezas en este nuevo escenario de apertura:
- La crisis también es una oportunidad para renacer, como los fuertes que prosperan en la adversidad.
- Un nuevo despertar en la conciencia empresarial mexicana que busca sembrar para el futuro, más allá de las ganancias inmediatas.
- Un sector servicios robusto, basado en la tradicional habilidad mexicana para prestar servicios de calidad.
En resumen, para penetrar exitosamente en el ámbito internacional y abrazar un futuro prometedor, México debe cultivar la educación, la tecnología y la competencia, transformando cada desafío en un escalón hacia el progreso.