Personas Opacadas
Personas Opacadas. A mis 17 años, ansiaba devorar el mundo en un solo instante. Sentía que no estaba a la altura de lo que se esperaba. Pero, ¿quién esperaba qué de mí? Parecía que había un mandato divino, un deber impuesto por un ente superior, y que muchos observaban esperando mi éxito o fracaso.
Una gélida noche, inmerso en profunda introspección hasta llegar al llanto, recordé una cita de Thomas de Kempis que había leído recientemente: “Hombre, ¿dónde estás cuando no estás contigo mismo?”. Me cuestioné sobre mi propósito y dirección.
¿Te ha ocurrido algo similar? Probablemente sí.
Un interrogante surgió en mí: “¿Qué sucedería si este fuera mi último día?”. La respuesta fue contundente: NADA.
Mi familia lloraría, mi novia de entonces me extrañaría, amigos lamentarían mi partida, recibiría elogios y eso sería todo. No me sentía especial, sino uno más, una cifra. Veía a muchos pretendiendo ser alguien, pero igualmente vacíos por dentro.
Con el tiempo, comprendí que no debo probar nada a nadie. Que no hay un camino predeterminado. Que no es necesario devorar el mundo de un bocado. No debo cumplir expectativas ajenas. Mi misión no es ser la estrella, pero sí el autor principal de mi historia.
Al conectarme con mi interior, entendí que todos tenemos un propósito en este gran diseño universal. Decidí transmitir esperanza, aunque no sabía cómo: hablando, escribiendo, enseñando, en montañas o salones. Pero sabía que no quería dejar el mundo igual que cuando llegué.
Decidí dejar de ser una sombra. No buscando reconocimiento, sino para encender mi propio camino y compartir con otros.
Recientemente, encontré una estadística alarmante: el 74% de los trabajadores en este país están insatisfechos con su trabajo. Me cuestioné cuántos están descontentos con sus relaciones personales. La cifra seguramente es alta.
Hay quienes parecen estar adormecidos. Afligidos, perdidos en la rutina. Otros ocultan su dolor tras máscaras de felicidad efímera, enredados en superficialidades.
Estas personas opacadas se sienten atrapadas en frases de resignación. Tal vez alguna vez sentiste así, desapegado de tus sueños de niñez, de tu verdadera esencia, hasta sentirte como un número más.
Si sientes que has perdido tu brillo, recuerda al niño o niña que fuiste. ¿Qué sueños te pediría que realizaras? ¿Qué has dejado de hacer que realmente amas?
Vuelve a creer, reconecta con tu propósito. No te desanimes. Hay una luz en ti esperando ser descubierta. No es sobre ser el centro de atención, sino sobre amar y mejorar el mundo a tu alrededor.
La vida es efímera. Vívela con pasión, enfrenta desafíos, ilumina tu camino y sé la persona que estás destinado a ser.