Nadie cambia el Destino, pero podemos influir en él
Nadie cambia el Destino, pero podemos influir en él. En vísperas de una batalla crucial, el general japonés, consciente de que se enfrentaba a un ejército mucho más numeroso, decidió actuar de manera audaz y atacar. Aunque confiados en la táctica del general, el miedo se podía sentir en el aire entre sus tropas.
Antes de la confrontación, decidieron hacer una parada en un templo sagrado para buscar el favor de los dioses. Allí, tras un momento de recogimiento y oración, el general reunió a sus tropas y anunció:
- Lanzaré esta moneda al aire. Si muestra cara, entenderemos que no es el momento adecuado y regresaremos. Si muestra cruz, será una señal de que los dioses están con nosotros y que triunfaremos. Dejemos que esta moneda revele nuestro destino.
Al soltar la moneda, los soldados, con el aliento contenido, observaron cómo giraba antes de caer al suelo mostrando: cruz. El júbilo llenó el aire, y con renovada confianza y fuerza, marcharon hacia el campo de batalla y consiguieron una victoria sorprendente.
Esa noche, mientras observaban las estrellas en señal de gratitud, el comandante se acercó y dijo:
- Siempre he creído en la voluntad de los dioses. El destino es inmutable.
El general, sonriendo sabiamente, replicó:
- Es cierto, el destino tiene su camino. Pero también creo que los dioses valoran nuestro coraje y determinación. A veces, necesitamos darles un pequeño empujón para que actúen a nuestro favor.
Dicho esto, le mostró la moneda al comandante, revelando que ambos lados tenían la cruz. El comandante, sorprendido, entendió entonces que a veces, más allá del destino, es la fe y la determinación las que guían nuestras acciones hacia la victoria.