Mi jardín zen y el principio del vacío

Mi oasis de serenidad y el arte del despeje

Mi oasis de serenidad y el arte del despeje. La cultura japonesa nos enseña que el “Yugen”, que significa «simplicidad refinada», y el “Yohaku no bi”, que alude a «la belleza del espacio vacío», son esenciales para la estética de un espacio (al igual que en música, los silencios son igualmente valiosos). El verdadero valor de un objeto, como en un vaso, no reside en el material con el que está hecho, sino en el vacío que alberga en su interior.

Hace tiempo, me sumergí en el fascinante mundo de los jardines zen, esos pequeños rectángulos de madera con arena fina y piedras, que, aunque parezcan simples, ofrecen un refugio perfecto para momentos de introspección, meditación o relajación. Todo el que ha pasado por mi oficina ha sentido la irresistible tentación de interactuar con él.

Más allá de la perspectiva japonesa, creo firmemente que el mensaje fundamental de este “Karesansui” o jardín Zen radica en la capacidad que tenemos para despejar nuestro camino, limpiar el entorno, aligerar las cargas, reposicionar obstáculos y, en definitiva, MOLDEAR NUESTRO DESTINO.

Sin embargo, esto demanda una ELECCIÓN consciente y DEDICACIÓN personal.

En “LOS 7 CÍRCULOS”, mi obra, retomo una reflexión de Joseph Newton que dice:

«Si te aferras a rencores, apegos, penas y temores, es esencial crear un espacio, un despeje, para que nuevas experiencias florezcan en tu vida. Es vital deshacerse de lo obsoleto, para que la abundancia fluya hacia ti. Es ese vacío el que atraerá lo que anhelas. Si estás sobrecargado con lo viejo, no hay lugar para lo nuevo. Deja ir. No son los objetos acumulados los que obstruyen tu camino, sino la actitud de acumulación.

Acumular implica un temor al futuro, un temor a la escasez. Es creer que no tendrás lo necesario mañana. Con esa mentalidad, transmites dos ideas: la desconfianza en el futuro y la creencia de que no mereces algo mejor. Libérate de lo que ya no resplandece y permite que lo fresco y renovado entre en tu vida.”

Así que te pregunto: ¿Cómo estás cuidando el oasis de tu existencia? ¿Puedes ver la arena o está saturado de cosas? ¿Cuánto peso llevas y a qué costo?

Ordena tus espacios, pero también cura tus heridas internas. Dona lo que ya no necesitas, pero date tiempo para ti, para reflexionar sobre quién eres y qué deseas. Pregúntate si estás dejando suficiente espacio en tu “oasis de serenidad” para vivir con mayor equilibrio y paz interior.