Mensajes Tóxicos
Una de las razones principales por las que la gente se comporta de modo auto derrotado es porque durante sus años de formación recibieron lo que se llaman mensajes tóxicos, es decir, mensajes que no son exactos y que estimulan pautas de comportamiento contraproducentes. Algunos de esos mensajes proceden del conjunto de nuestra cultura, otros de nuestras propias familias y de las personas que están más cerca de nosotros. Uno de los mensajes tóxicos de la sociedad es que tenemos que ser jóvenes, delgados e ir a la moda para ser atractivos. Como resultado de ello, sufre mucho la autoestima de quienes no se adaptan a este ideal. Lo atractivo es, en realidad, una cualidad subjetiva que tiene muy que ver con tamaño, edad o aspecto. De modo similar, a los hombres se les hace sentir que su valor se mide por el poder que detentan o por el dinero que ganan, pero las personas que, no siendo materialmente ambiciosas, pero teniendo mucho talento y éxito en ámbitos emocionales importantes como la amistad y la intimidad, puede sentirse muy valiosos.
Los mensajes tóxicos en concesiones parecen benignos
A menudo, los mensajes tóxicos que causan un mayor daño son los que parecen benignos, e incluso tranquilizadores. Se nos anima, por ejemplo, a considerar a los médicos como omnipotentes y a la medicina como todopoderosa; eso hace que nos sintamos más asustados y tensos cuando tenemos que aceptar a los médicos como falibles y a la medicina como una ciencia que no puede curar todas las enfermedades. Hasta la creencia idealista de que si se trabaja duro y se comporta honorablemente se puede alcanzar casi cualquier objetivo acaba por desilusionarnos.
En realidad, la vida puede ser cruel e injusta, y las oportunidades para el éxito no siempre se presentan por sí solas, la enfermedad y la tragedia nos afecta al azar y la gente se comporta de modo traicionero. El truco consiste en abrigar expectativas realistas, intentar hacer lo mejor dentro de circunstancias y considerar los revise y fracaso como parte de la vida, antes que como la demostración de la inadecuación propia. Además de los mensajes tóxicos que revimos de la sociedad, nuestros padres también nos transmiten a menudo unos poco propios.
Ejemplo Común
Un ejemplo común es las actitudes con respecto al sexo; a muchas personas todavía se les educa para creer que su sexualidad es de algún modo sucio o vergonzoso, antes que una parte importante, sana y enriquecedora de la vida. Valores defectuosos como estos se transmiten a veces de modos sutiles. Uno de los mensajes tóxicos más insidiosos de todos es que es posible alcanzar la perfección, y que nada vale realmente la pena a menos que sea perfecto. El deseo de ser perfecto puede impedir el intentar hacer cosas. Los niños, por ejemplo, piensan a menudo que pueden dominar inmediatamente nuevos deportes; desean ser expertos instantáneos. Cuando un niño no domina una técnica particular a la primera, puede sentirse abrumadoramente desanimado y no volver a intentarlo nunca más.
A menudo, los adultos también actúan de este modo. Una excusa común para la falta de acción es aducir que las condiciones no son las adecuadas: no puedo solicitar ese trabajo. No dispongo de tiempo libre para rellenar el formulario, o de una computadora para hacerlo. Esperar el momento perfecto asegura que este no llegará nunca, ya que, nunca hay un momento perfecto para nada. Acepte sus imperfecciones y del mundo, y trate de alcanzar sus objetivos, así aumentará mucho sus oportunidades para alcanzar éxito.