Las Expresiones Emocionales
Las expresiones emocionales son poderosos mensajes no verbales de comunicación. En las interacciones entre bebés y cuidadores, la función comunicativa de la emoción se revela claramente. A través de estas expresiones, los bebés transmiten sin palabras lo que aún no pueden comunicar verbalmente.
Izard, en su estudio sobre las emociones infantiles, descubrió que desde el nacimiento, los bebés pueden expresar dolor, alegría, interés y asco. A los dos meses, añaden la capacidad de expresar tristeza y dolor, y a los seis meses, pueden manifestar miedo. Además, cada expresión emocional del bebé puede ser reconocida e interpretada de manera fiable por su cuidador (Izard, Huebner, Risser, McGinnes y Dougherty, 1980).
Huebner e Izard (1988) llevaron a cabo un estudio para investigar si las expresiones faciales de los bebés funcionan como señales comunicativas específicas. Las madres participantes observaron diapositivas de bebés expresando rabia, malestar físico e interés, imaginando que el bebé de las imágenes era el suyo. Sus respuestas revelaron patrones distintivos.
Cuando los bebés expresaban interés, las madres informaban que hablaban, jugaban o interactuaban (16.5), y mantenían distancia u observaban (15.1). En cambio, ante expresiones de malestar físico, las respuestas maternas incluían acciones como apurarse o recoger al bebé (16.6), brindar cariño o abrazos (17.0) y sentir tristeza o preocupación por el bebé (16.1). Frente a expresiones de rabia, las madres mostraban más probabilidades de sentirse irritadas o enojadas (10.4) y de aplicar disciplina o control (10.3). Ante la tristeza, las respuestas maternas incluían hablar, jugar o interactuar (10.5) y mantener distancia u observar (11.7). Estos datos sugieren que las expresiones emocionales son eficaces comunicadores de nuestras emociones en las relaciones madre-bebé.
Las expresiones emocionales no solo comunican, sino que también regulan las reacciones de los demás hacia nosotros. El estudio de Huebner e Izard (1988) ilustra cómo la expresión emocional de una persona puede desencadenar respuestas conductuales específicas en otra.
Otros estudios, como el de Camras (1977), sugieren que las expresiones emocionales influyen en las interacciones sociales. En situaciones de conflicto infantil, los niños que expresan rabia o malestar tienen más probabilidades de mantener la posesión de un objeto deseado que aquellos que no expresan estas emociones.
La expresión emocional comunica información sobre la posible conducta futura. Por ejemplo, un niño que muestra rabia al ser despojado de un juguete indica un posible ataque inminente, mientras que un niño que muestra malestar sugiere lágrimas inminentes. Esta señalización a menudo lleva a que la persona que expresa recupere el objeto o evite que se lo quiten desde el principio.
Sin embargo, la expresión emocional no siempre resulta efectiva en la regulación de las reacciones de los demás. Coiné (1976) sugiere que las personas deprimidas pueden expresar su estado emocional buscando apoyo y consuelo, pero esta comunicación depresiva a menudo genera afecto negativo en lugar del apoyo deseado. La expresión de malestar, al comunicar tristeza, baja autoestima y desesperanza, puede llevar a que los demás eviten a la persona deprimida, lo que intensifica el aislamiento. En consecuencia, la comunicación de la depresión parece ser contraproducente, especialmente si se repite con frecuencia.