La Inocencia Interrogante: Un Diálogo Sobre la Culpa y la Libertad
La Inocencia Interrogante: Un Diálogo Sobre la Culpa y la Libertad. En la inocencia de sus siete años, un niño cuestiona a su padre con una duda surgida de su clase de doctrina.
- Papá, ¿me explicas eso de Adán y Eva? No entiendo eso de la ‘culpa original’.
- Verás, es un pecado muy viejo que habla de cuando Adán comió de un fruto que Dios había prohibido.
El niño, con sorpresa aún mayor, se cuestiona: «¿Y por qué debo pagar por lo que otros hicieron?»
El padre, sin muchas opciones, recurre a una analogía contemporánea: «Es como los políticos corruptos; roban y después el pueblo, como en el caso del Fobaproa en México, paga las consecuencias».
El niño se planta firme: «Yo no pagaré por algo que no hice. Que pague el culpable».
Y con ese fin de conversación se nos invita a reflexionar:
Si Dios es amor, ¿cómo puede condenarnos eternamente?
¿Por qué las religiones nos inculcan culpas por actos no cometidos por nosotros?
¿No somos acaso libres para elegir entre el bien y el mal, o estamos predestinados al error?
Así como el niño busca comprender su naturaleza y el propósito de su existencia, también debemos preguntarnos si no hemos sido condicionados a sentirnos deudores por acciones ajenas a nuestra voluntad.
Los líderes excepcionales no imputan a sus seguidores responsabilidades no adquiridas y reconocen que ni la culpa ni el miedo deberían usarse para manipular, pues estos sentimientos solo engendran resentimiento y eventual desdén hacia quien los infunde.
La libertad se revela en nuestra capacidad de elección y en asumir las consecuencias de estas. Uno es verdaderamente libre solo cuando puede responder por sus actos.
Aunque no decidimos nacer, sí somos responsables de cómo vivimos, y por ello, Dios nos otorgó su regalo más valioso: la libertad.