La Esencia de la Prosperidad
La Esencia de la Prosperidad. Recientemente, una adolescente de 17 años fue víctima de un atroz crimen perpetrado por jóvenes de clase media, cuya indiferencia y tedio les impulsó a buscar escapes en sustancias que nublan la mente. Estos jóvenes, carentes de consciencia, han moldeado su existencia en torno a la degradación y la violencia hacia otros.
Nos lleva a preguntar, ¿es esta la vida para la que los padres invierten su esfuerzo y tiempo?
Vivimos en la constante búsqueda de llenar un vacío, adquiriendo bienes en un intento de superar a los demás: casas, coches, viajes, ropa de marca y educación de élite para nuestros hijos, pero…
¿Qué legado dejamos al mundo?
¿Acumulamos simplemente bienes tangibles y perecederos o transmitimos valores profundos que perduren en nuestros descendientes?
¿Qué propósito tiene obtener un salario elevado, liderar empresas exitosas o gozar de una economía floreciente si el desenlace es la desdicha y el fin de una vida?
¿De qué sirve tener riqueza material si espiritualmente nos encontramos en la miseria?
El dolor por la joven violentada y su trágico fin me conmueve profundamente, al igual que la situación de los jóvenes desatendidos y despreciados por padres que no debieron nunca tener hijos, convirtiéndolos en desechos humanos privándolos del derecho a la bondad y al amor.
Es imperativo detenernos y cuestionarnos:
¿Cuál es el verdadero propósito de acumular riqueza? ¿Para qué trabajamos incansablemente por tener más?
¿Qué objetivo tenemos al producir y amasar bienes materiales? ¿Cuál es nuestro destino?
¿Por qué no somos capaces de apaciguar esa cegadora ambición que nos hace perder de vista el propósito de nuestra vida?
La erosión de los valores, las incongruencias en el seno familiar, el complaciente influyentismo, ¿de dónde surgen?
¿Cuál es la responsabilidad de aquellos exitosos que son también padres? ¿Qué han contribuido al mundo?: nada más que residuos humanos.
En estos tiempos, la vida nos exige, a quienes somos conscientes de nuestra realidad social, levantarnos en un combate implacable, armados con las herramientas más potentes: comprensión, perdón y amor. Debemos luchar con firmeza y ofrecer lo mejor de nosotros para cimentar una civilización arraigada en valores supremos.
Hoy más que nunca, se requiere una transformación moral, se demandan líderes ejemplares, hombres y mujeres valerosos que, sin miedo al desprecio o al fracaso, se erijan con un ánimo inquebrantable para construir una sociedad que asegure a nuestros hijos el derecho a una inteligencia cultivada mediante la educación; que rescate a la juventud desamparada; que genere riqueza con consciencia social, que brinde los medios para salvar a los niños de la calle y a los jóvenes olvidados; que fomente una riqueza espiritual que imbuya a las generaciones futuras con un sentido existencial, altruista y noble.