Frases de Jean de la Bruyere
Frases de Jean de la Bruyere. Fue un escritor y moralista francés.La Bruyère se hizo célebre con una sola obra: Les Caracteres ou les Moeurs de ce siècle (1688). Compuesta por un conjunto de piezas literarias breves, constituye una crónica esencial del espíritu del siglo XVII.
Frases de Jean de la Bruyere
La cortesía es conducirse de modo que los demás queden satisfechos de nosotros y de ellos mismos
Cuando un pueblo se exalta es difícil calmarlo; pero cuando está tranquilo es difícil saber cuándo va a exaltarse
El amor y la amistad se excluyen mutuamente
A veces, cuesta mucho más eliminar un sólo defecto que adquirir cien virtudes
La vida es una tragedia para los que sienten, y una comedia para los que piensan
No existe para el hombre más que una verdadera desdicha: incurrir en falta y tener motivo de censura contra sí
El tiempo fortalece la amistad y debilita el amor
La envidia y el odio van siempre unidos, se fortalecen recíprocamente por el hecho de perseguir el mismo objeto
La mayoría de los hombres emplean la mitad de su vida en hacer miserable la otra
La amistad no puede ir muy lejos cuando ni unos ni otros están dispuestos a perdonarse los pequeños defectos
Hay situaciones en la vida en que la verdad y la sencillez forman la mejor pareja
Los amores mueren de hastío, y el olvido los entierra
Cuanto más se acerca uno a los grandes hombres, más cuenta se da de que son hombres
En la sociedad, el hombre sensato es el primero que cede siempre. Por eso, los más sabios son dirigidos por los más necios y extravagantes
Más fácil es encontrar un amor apasionado que una amistad perfecta
Los niños no tienen pasado ni futuro, por eso gozan del presente, cosa que rara vez nos ocurre a nosotros
Un alma grande está por encima de la injuria, de la injusticia y del dolor
No admitir corrección ni consejo sobre la propia obra es pedantería
La imposibilidad en que me encuentro de probar que Dios no existe, me prueba su existencia
Conviene reír sin esperar a ser dichoso, no sea que nos sorprenda la muerte sin haber reído