Frases de Carmen Martín Gaite. Una escritora española, una de las figuras más importantes de las letras hispánicas del siglo XX. Recibió, entre otros, el Premio Príncipe de Asturias de las Letras, en 1988.
Frases de Carmen Martín Gaite
Quien dice el tiempo es oro lo convierte en calderilla
No valen de nada los criterios cronológicos para evocar el tiempo pasado
Mientras dure la vida, que no pare el cuento
Siempre hay uno que sufre y otro que hace sufrir
Las cosas más insensatas parecen adquirir sentido al repasarlas
Ninguna conversación se completa
No existe el amor de novela rosa
Los sueños sólo se pueden cultivar a oscuras y en secreto
No te escudes en la edad, que es así como se envejece
Para mí la única fortuna, ya le digo, es la de saber vivir, la de ser libre
Hay amores de novela y amores para casarse
La literatura puede ser eterna como tal, pero no los sentimientos que la hicieron nacer
Si algo he aprendido en la vida es a no perder el tiempo intentando cambiar el modo de ser del prójimo
Toda la vida es una conversación que dura bien poco, lo que dura el tiempo de un hombre
La soledad se admira y desea cuando no se sufre, pero la necesidad humana de compartir cosas es evidente
¿Por qué miras a ese señor? –Porque va hablando solo. –Déjalo. ¿No ves que no le mira nadie? –Claro, pobrecillo, por eso le miro yo
He conocido a mucha gente a lo largo de mi vida que en nombre de ganar dinero para vivir, se lo toman tan en serio que se olvidan de vivir
Las letras y los dibujos eran hermanos de padre y madre: el padre el lápiz afilado y la madre la imaginación
Nada podrá descubrir quien pretenda negar lo inexplicable. La realidad es un pozo de enigmas
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La gente que viaja en el metro de Nueva York lleva siempre los ojos puestos en el vacío, como si fueran pájaros disecados
Porque las cosas y las personas que sólo se han visto con los ojos de la imaginación pueden seguir viviendo y siendo iguales, aunque desaparezcan en la realidad
Cuando suceden las cosas sólo puedes vivirlas; si son alegres, procurando abrir los poros para que entren lo más posible; las tristes, sacando la cabeza para que ese trocito de ahí arriba no se te ahogue
Me fui a buen paso hacia la pensión por las calles vacías, y mirando las ventanas de los edificios, me imaginaba la vida estancada y caliente que se cocía en los interiores
La rutina no está tanto en las cosas como en nuestra incapacidad para crear a cada momento un vínculo original con ellas, en nuestra tendencia a leerlas por la falsilla de lo rutinario, de lo ya aprendido. Hay que seguir dejando siempre abierta la puerta al cuarto de jugar
Reírse con otro es el mayor síntoma de amor
Absolutamente desnudo, como el alma de una cárcel
Yo no comprendo cómo dice la gente que se aburre. A mí nunca me da tiempo para todo lo que quisiera hacer
Para mí la única fortuna es la de saber vivir, la de ser libre. Y el dinero no libera
Los cuentos bonitos siempre hacen perder la noción del tiempo y, gracias a ellos, nos salvamos del agobio de lo práctico
Lo sé. Me complico la vida, me hago preguntas y me meto en líos. Digo lo que pienso y lo que siento; no tengo miedo de lo que piensen de mí. Y estoy contenta, a pesar de todo, siendo como soy
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Claro que hay otra forma de espantar el miedo. Consiste en pensar: A mí esto que me asusta no me va ni me viene, algo así como ver lejos lo que le está dando a uno miedo, para que se desdibuje
Si llevas a una mujer a bailar y te pasas la noche hablándole de que la tarta de fresa te sale peor que la de chocolate, supongo que te dirá que se va al tocador a pintarse los labios, y no la volverás a ver. ¡Yo haría lo mismo!
No hay nada que se pueda comparar a la palabra y a la comunicación. No hay nada comparable a poder hablar a la persona adecuada en el momento adecuado en el que la persona a quien se habla tiene ganas de escuchar, y la persona que habla desea hablar
Yo pensaba que también podía ser heroico escaparse por gusto, sin más, por amor a la libertad y a la alegría, no a la alegría impuesta oficial y mesurada, sino a la carcajada y a la canción que brotan de una fuente cuyas aguas nadie canaliza
La libertad es para soñarla
El testimonio de las mujeres es ver lo de fuera desde dentro. Si hay una característica que pueda diferenciar el discurso de la mujer, es ese encuadre
Pocas novelas o películas se atrevían a ir más allá y a decirnos en qué se convertía aquel amor después de que los novios se juraban ante el altar amor eterno, y eso, la verdad, me daba mala espina
Los recuerdos que pueden darnos alguna sorpresa viven agazapados en el cuarto de atrás, siempre salen de allí y sólo cuando quieren, no sirve hostigarlos.