Frases de Benito Pérez Galdos. Un novelista, dramaturgo, cronista y político español. Se le considera uno de los mejores representantes de la novela realista del siglo xix no solo en España y un narrador capital en la historia de la literatura en lengua española.
Frases de Benito Pérez Galdos
¡Qué indignidad! ¡Los perdidos, los tunantes, los mentirosos y falsarios quieren reformar el mundo
El amor es un arte que nunca se aprende y siempre se sabe
Se parecen mucho, sí, las obras de la fuerza a las de la paciencia
Existe el goce del trabajo, que es el primero de todos los goces
¿Desandaré lo andado?… ¡Retroceder! ¡Qué absurdo!
La esperanza parece que se agarra más, cuando más chica es
La miseria mayor es la ignorancia
A veces el que tiene más ojos ve menos
No comprendía que una palabra cariñosa, un halago, un trato delicado y amante que hicieran olvidar al pequeño su pequeñez, al miserable su miseria, son heroísmos de más precio que el bodrio sobrante de una mala comida
Rara vez os acercáis a un pobre para saber de su misma boca la causa de su miseria… ni para observar qué clase de miseria le aqueja, pues hay algunas tan extraordinarias, que no se alivian con la fácil limosna del ochavo… ni tampoco con el mendrugo de pan
Hay en nuestras sociedades enemigos muy espantosos, a saber: la especulación, el agio, la metalización del hombre culto, el negocio; pero sobre éstos descuella un monstruo que a la callada destroza más que ninguno: es la codicia del aldeano
¡En qué donosa sociedad vivimos, que se olvida hasta este punto de sus deberes y deja perder de este modo un ser preciosísimo!
Los pensamientos que huyen cuando somos vencidos por el sueño, suelen quedarse en acecho para volver a ocuparnos bruscamente cuando despertamos
Mas Frases de Benito Pérez Galdos
La lógica española no puede fallar. El pillo delante del honrado; el ignorante encima del entendido; el funcionario probo debajo, siempre debajo
Lo que se entierra, Nela, no es más que un despojo, un barro inservible que no puede pensar, ni sentir, ni tampoco ver
Al amor no se le dictan leyes
Oyéndoles hablar, me ha parecido a veces que la lengua es un órgano que les estorba
Siempre estaban sonriendo; pero aquella sonrisa era semejante a la imperceptible de algunos muertos cuando han dejado de vivir pensando en el cielo
Bajo el hipócrita candor, se esconde una aritmética parda que supera en agudeza y perspicacia a cuanto idearon los matemáticos más expertos
Hay una virtud que es la más preciosa y la madre de todas, la humildad, una virtud por la cual gozamos extraordinariamente
No es impropio el llanto en las grandes almas; antes bien, indica el consorcio fecundo de la delicadeza de sentimientos con la energía de carácter
No se pasa de la ceguera a la luz, no se entra en los soberanos dominios del sol como quien entra en un teatro. Es este un nacimiento en que hay también mucho dolor
Se ha declamado mucho contra el positivismo de las ciudades, plaga que entre las galas y el esplendor de la cultura, corroe los cimientos morales de la sociedad; pero hay una plaga más terrible, y es el positivismo de las aldeas, que petrifica millones de seres, matando en ellos toda ambición noble y encerrándoles en el círculo de una existencia
No comprendía que una palabra cariñosa, un halago, un trato delicado y amante que hicieran olvidar al pequeño su pequeñez, al miserable su miseria, son heroísmos de más precio que el bodrio sobrante de una mala comida