El Poder de la Elección
Tenemos el inestimable poder de decidir. Más que simplemente existir, tomar decisiones es nuestro derecho más valioso. El Poder de la Elección, sta habilidad se contrapone a la mentalidad de sentirnos víctimas y al hábito de señalar con el dedo, tan comunes hoy en día.
Decidir: Nuestra Herencia
En lo más profundo, somos entidades moldeadas por nuestras elecciones, no solo por la herencia genética o el contexto cultural. Si bien la genética y el entorno tienen su peso, no son los que trazan nuestro camino.
Como bien expresó Dwight D. Eisenhower: “El destino del individuo libre nunca es producto del azar, sino de sus propias decisiones”.
Lo que nos distingue como seres humanos es nuestra capacidad de autodeterminación.
A diferencia de los animales o máquinas, las personas actuamos basándonos en valores y principios. Decidir nuestro rumbo nos otorga la capacidad de evolucionar, cambiar nuestro destino y dejar huella. Es ese don el que potencia todos los demás, elevando nuestra vida a niveles inimaginables.
Con el tiempo, al relacionarme con diversas personas, muchas se interesaron en esta libertad esencial. Lo que las atraía no era solo el mensaje, sino el reconocimiento de su innato poder de decisión.
Esta capacidad no implica que somos simples ecos de nuestro pasado o herencia genética. A pesar de su influencia, no determinan quiénes somos. Nuestro destino lo esculpimos con cada elección. ¿Permitiremos que el pasado domine nuestro presente y, por ende, nuestro futuro?
En un viaje a Hawai, encontré un libro con una reflexión reveladora: “Entre un estímulo y nuestra respuesta, hay un momento. En ese breve instante se encuentra nuestro poder de elección. Y en esas decisiones radica nuestro crecimiento y felicidad”.
Reconocer este poder es tanto liberador como desafiante. Puede ser un espejo que nos muestra nuestra responsabilidad. Pero está claro: siempre hay un momento, por efímero que sea, donde podemos elegir.
Pensemos en una experiencia real que demuestra nuestro poder de elección, contada por alguien que logró influir en un jefe complicado.
Al asumir como director de recursos humanos, había oído rumores sobre mi jefe. Opté por no confrontarlo. Sin embargo, decidí cambiar el enfoque y, al brindar mi apoyo genuino, revolucioné nuestra relación profesional. Mediante decisiones deliberadas, no solo mejoré mi relación con él, sino que también aporté de manera significativa al trabajo.
Somos entidades dotadas con el regalo de decidir. Nuestra trayectoria y situación actual son el resultado de nuestras elecciones.