Construyendo Empresas Resilientes en Tiempos de Crisis
Las empresas de renombre mundial se han erigido sobre un principio fundamental: la importancia del capital humano. Bill Hewett y Dave Packard, fundadores de Hewlett-Packard, creían firmemente que el éxito de una organización radica en contar con el personal adecuado.
Peter Drucker, una autoridad en administración, sostenía que es difícil mejorar un producto, servicio o gestión por sí solos. Lo que realmente se puede perfeccionar es el talento de quienes están detrás de esos procesos. Es una diferencia significativa y no meramente semántica. Si buscamos mejorar un producto sin invertir en el desarrollo del individuo que lo crea, los resultados serán estancados, como bien apunta un proverbio japonés que advierte sobre la futilidad de esperar resultados distintos al repetir acciones idénticas.
En el contexto colombiano, las empresas que enfrentan adversidades deben regresar a las bases que en su momento les dieron relevancia. Como experto en Recursos Humanos, me preocupa observar cómo, en tiempos difíciles, muchas organizaciones reducen o eliminan programas de formación y desarrollo, olvidando la vitalidad de estos recursos. Abandonar la capacitación en momentos críticos es como privar de educación a la siguiente generación en medio de una crisis personal.
Vivimos en un mundo en constante evolución. La globalización y las tecnologías emergentes han remodelado las prácticas comerciales, intensificando la competencia y reduciendo márgenes de beneficio. A pesar de que el mundo digital abre puertas para las empresas locales, también facilita la entrada de gigantes multinacionales a estos mismos mercados. En este panorama, el cliente toma el mando. Si no encuentra lo que busca, simplemente lo obtiene de otro lugar, en cualquier parte del mundo.
La atención y el servicio al cliente se convierten, por ende, en ventajas competitivas cruciales. Sin embargo, un empleado desmotivado difícilmente podrá ofrecer un servicio de excelencia. Aquí radica el dilema: ¿inversión en el personal o resultados primero?
La solución parece evidente: invertir en la formación y motivación del equipo conduce a un mejor servicio, mayor creatividad y compromiso, lo que, a su vez, impulsa la productividad y las ventas. No obstante, muchas empresas esperan ver beneficios antes de apostar por su gente. Y ahí radica el error.
Recordando a Thomas Watson, fundador de IBM, es crucial mencionar cómo su empresa invirtió en su gente desde sus inicios, incluso cuando los recursos eran escasos. IBM sabía que esa inversión era la llave para liderar el mercado. Como empresarios, es esencial recordar que solo podemos cosechar lo que hemos sembrado previamente.