Auguste Comte
Auguste Comte nació el 19 de enero de 1798 en Montpellier, dentro de una familia católica monárquica. Sin embargo, a los 14 años, Comte rechazó la fe en Dios y el rey. En 1814, ingresó a la Escuela Politécnica de París, destacando no solo por su habilidad académica sino también por su descontento con la enseñanza y la sociedad de su tiempo. Creía que estaba destinado a liderar una revolución filosófica en ese siglo, similar a la de Bacon.
Se sintió atraído por las ciencias matemáticas y físicas, pero también por las sociales. Estaba convencido de que la ciencia y la filosofía debían ser enfocadas desde un punto de vista social. A pesar de ser un estudiante brillante, no logró obtener un título formal, pero continuó su educación de manera autónoma. En 1816, fue expulsado de la escuela por razones políticas. A pesar de ello, decidió quedarse en París, dando clases privadas y rodeándose de figuras intelectuales como Cabanis y Destutt de Tracy.
En 1818, se convirtió en secretario de Claude Henri Saint-Simon, un filósofo mucho mayor que él. Publicó en revistas como La Politique y L’Industrie. Aunque trabajaron juntos, en 1824 rompieron relaciones porque Comte sentía que Saint-Simon minimizaba sus contribuciones. A pesar de sus diferencias posteriores, Comte reconocía la influencia de Saint-Simon en su vida.
En 1826, comenzó un curso privado con asistentes de renombre, pero tras tres conferencias, sufrió una crisis mental que lo incapacitó por un año. Tras superar este episodio, retomó y publicó su “Curso de filosofía positiva” entre 1830 y 1842, donde estableció la evolución del pensamiento en tres estadios: teológico, metafísico y científico. Esta obra se convirtió en un referente del positivismo.
En 1845, Comte se enamoró de Clotilde de Vaux, pero su relación fue breve debido a la muerte de ella. Este evento afectó profundamente su pensamiento, llevándolo a posturas más conservadoras y místicas. En 1848, fundó la Sociedad Positivista, que ganó seguidores principalmente en el mundo anglosajón.
Entre sus obras posteriores se encuentran “Sistema de política positiva”, donde plantea una religión centrada en la humanidad; “Catecismo positivista”, que transforma el positivismo en un sistema religioso; y “Síntesis subjetiva”, que quedó inacabada por su muerte en 1857. Otras obras notables son “Tratado elemental de Geometría analítica” y “Discurso sobre el espíritu positivo”.
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