Tú, Yo y Nuestros Mundos
Tú, Yo y Nuestros Mundos. No percibimos el mundo como realmente es, sino según cómo somos nosotros. Todos llevamos en la mente un mapa único que define nuestra percepción del mundo. Si te pidiera imaginar un perro, quizá visualices un golden retriever, un bulldog o un labrador.
Esa variedad se debe a nuestras experiencias personales: tal vez piensas en el perro que tuviste en la infancia, el compañero que te espera en casa o aquel que viste en una película.
Desde nuestro nacimiento, nuestra sociedad y cultura nos llenan de información y creencias, desde las que parecen inocentes como “el arte no da dinero” hasta las más dolorosas como “nunca serás suficiente”.
Somos un mosaico de experiencias y emociones. Si nos representáramos como un cuadro, seríamos una combinación de tonos vivos y sombras, conformando juntos una pieza única y fascinante.
Un error común, que obstaculiza nuestro desarrollo personal, es esperar que los demás vean el mundo exactamente como nosotros, asumiendo que nuestra visión es la “correcta” o la “normal”.
¿Pero qué es lo «normal»? ¿Para quién? ¿En qué contexto?
Todo cambia cuando miramos a través de distintos lentes y comprendemos que cada persona tiene su historia, sus pasiones y sus creencias únicas.
Me sorprende cuando alguien se aferra tanto a sus opiniones que las proclama como verdades universales, como “Debes tener hijos para ser feliz” o “La verdadera realización viene de un buen empleo”, revelando así el prisma a través del cual ven su mundo.
Esos son momentos en los que se expresa el ego y la individualidad de cada quien.
Sería agotador juzgar a alguien por preferir jazz al rock, por querer ser artista en vez de médico. Los gustos varían y las relaciones pueden fracturarse si no aprendemos a respetar esas diferencias.
Así que, la próxima vez que te topes con una perspectiva o reacción que te parezca ajena o incomprensible, simplemente respétala. Recuerda que cada persona tiene su propia guía interna, su manera única de ver, pensar y actuar.
Tú eres tú, y yo soy yo. Esa singularidad nos hace valiosos. No lo pierdas de vista.