Aprender de los Errores
Aprender de los Errores. Me hallaba en un taxi en la Ciudad de México, rumbo a un seminario sobre comunicación que iba a impartir a docentes de una escuela.
El tráfico intenso, el bullicio, los vendedores ambulantes y las constantes discusiones de los conductores llenaban el aire. Para desconectar, decidí conversar con el taxista, aprovechando el enfoque de mi curso. Aunque, honestamente, disfruto charlar con la gente, pues siempre hay una lección que aprender si uno se muestra receptivo.
El conductor me habló de su pasado. Anteriormente, había sido gerente regional de un renombrado banco mexicano, pero lo despidieron por una reducción de personal. Después, inició un negocio con sus ahorros, el cual fracasó. Ahora conducía el taxi y tenía un puesto de helados que administraba su hija adolescente.
A pesar de su historia, su actitud era positiva. Veía sus reveses no como fracasos, sino como experiencias. Su convicción era que, con el tiempo, su modesto puesto de helados prosperaría.
Al preguntarle sobre su optimismo, me dijo: «Tras perderlo todo, comprendí que de los errores se aprende». Una frase que podría inspirar un libro.
La vida sería más sencilla si viéramos nuestras experiencias como ensayos en un laboratorio de vida, donde el error es parte del aprendizaje.
He conocido a quienes, tras enfrentar adversidades, optan por esconderse. Evaden enfrentar la realidad, perdiéndose nuevas oportunidades al quedarse atrapados en el pasado.
La verdad es que de los errores se aprende. Aunque es natural temer al fracaso, es esencial arriesgarse. Si un plan no funciona, se replantea y se sigue adelante.
Recuerdo la anécdota de un joven cuyo restaurante se incendiaba. Mientras lo observaba desde la acera, una amiga intentó consolarlo. Él, sereno, respondió que ya pensaba dónde reconstruirlo. Y lo hizo, transformando ese sencillo local en una exitosa cadena de restaurantes.
Los reveses pueden ser el catalizador de un triunfo mayor. Aprender de los errores es vital. Anímate a experimentarlo.