Redención
Redención. El sendero hacia el amor verdadero se halla en el «perdón», y aquel que aspira a profundizar en el amor, lo alcanza perdonando.
Perdonar es abrir las puertas a la propia libertad, se autolibera quien sabe perdonar, despojándose del resentimiento y la sed de venganza que solo lo degrada y consume.
Es audaz aquel que, aun con razón y mil excusas para no hacerlo, susurra en su corazón la palabra «perdón».
El acto de perdonar frente a la ofensa y la humillación es la auténtica muestra de magnanimidad humana.
Solo quien ama con sinceridad es capaz de decir «te perdono y lo dejo atrás».
Perdonar es esa valentía de ofrecer una sonrisa amorosa incluso cuando te sientes agraviado.
Hoy, renuncia a tus agravios, al deseo de ver al otro suplicando perdón, apaga el fuego de ira que te consume, incluso cuando tu dignidad se ha visto pisoteada y te sientes herido en lo más hondo, cuando tu instinto más fuerte es el de ver caer al que te ha lastimado.
Reflexiona, ¿podrás hoy absolver a ese amigo que te traicionó, a aquel que te falló cuando menos lo esperabas, y mostrarle que realmente lo amas? ¿Serás capaz hoy de cargar tu mochila de olvido y salir a su encuentro con lo más grande que puedes ofrecer, tu perdón, y así proseguir tu viaje en paz hacia el encuentro con lo Divino?
Libérate hoy y avanza con la inocencia de un niño que regresa al abrazo amoroso de su madre, como un ciego que se topa con la luz.
Perdona y olvida hoy, eleva tu espíritu hacia las estrellas y descubre la paz.
«Dios, conozco que tu acto de amor más grande es el perdón; otórgame la sabiduría, la empatía y la fuerza para encarnar el amor, y sin dejar espacio al rencor, dar mi vida por aquellos a quienes amo.
Hoy perdonaré de corazón y expulsaré de mi ser cualquier resentimiento que me degrade y me encadene al pasado; hoy, decidido a olvidar, probaré mi capacidad de amar.
Señor, tú conoces el corazón humano mejor que nadie, sabes que mi deseo hoy es amar de una forma que nunca imaginé. Señor… gracias, pues hoy he perdonado por amor.»