Simón Díaz
El nombre de Simón Díaz resuena con cariño y respeto en el corazón de todos los venezolanos. Considerado como el padre de la tonada llanera, Simón fue un ícono de la música nacional y un talentoso poeta. Sus composiciones, reverenciadas en Venezuela y más allá de sus fronteras, han sido interpretadas por artistas de renombre mundial.
Orígenes y juventud
Nació el 08 de agosto de 1928 en Barbacoas, un pequeño pueblo a orillas del río Guarico, en el estado de Aragua. Hijo de Juan, un maestro, y Doña Maria, creció en un hogar de escasos recursos pero lleno de riqueza cultural y tradicional. Durante su infancia, trabajó como becerrero en el Hato Guabina.
Tras la muerte de su padre, la familia Díaz se trasladó a varios lugares buscando una vida mejor. Durante estos tiempos difíciles, Simón asumió la responsabilidad de ser el sostén de la familia, siguiendo el consejo paterno de ser un buen hijo y guía para sus hermanos.
Caracas y la música
A los 20 años, Simón se trasladó a Caracas con el objetivo de perfeccionar su pasión musical. Se inscribió en la prestigiosa Escuela Superior de Música, donde fue alumno del maestro Vicente Emilio Sojo. Durante tres años, no solo mejoró su técnica vocal sino que también aprendió a tocar diversos instrumentos. Estos años formativos pavimentaron su camino para convertirse en uno de los creadores más admirados de la música venezolana.
El legado de la tonada llanera
Las composiciones de Simón reflejan una Venezuela rural, arraigada en la tradición y en la vida del campesino llanero. A pesar de los cambios socioculturales y la llegada del petróleo, que transformó la vida en el país, Simón se dedicó a mantener viva la esencia de la tonada llanera, un canto que solía resonar en los vastos campos de Venezuela.
El legado musical de Simón Díaz ha sido una fuerza vital en la preservación de la identidad cultural venezolana. Sus canciones no solo capturan la belleza del paisaje venezolano, sino que también narran las historias y sentimientos del hombre llanero.
Reconocimiento y piezas icónicas
Entre las piezas más emblemáticas de Simón se encuentran «El Alcaraván», «Paisaje del olvido», «Al Niño Jesús Llanero», y «La Vaca Mariposa», entre muchas otras. Su contribución a la cultura venezolana es imborrable, y su música sigue siendo un testimonio del alma y la pasión del pueblo venezolano.
Caballo Viejo: Universalidad de una tonada
«Caballo Viejo», una composición que ha cruzado fronteras, es una de las joyas más preciadas de Simón Díaz. Artistas de la talla de Julio Iglesias, Richard Clayderman y Rai Coniff la han interpretado. En palabras de Díaz, esta pieza refleja su instinto natural de compositor. Se concibió en un solo fin de semana, inspirado por el encanto de una joven cantante y llevado por su esencia poética. Confeccionada en 1980, para 1981 ya había vendido 30 mil copias, y ha sido traducida e interpretada en múltiples idiomas y ritmos, siendo un emblema de la música venezolana.
Reconocimiento y contribución a la cultura
Durante su carrera, Díaz no solo se limitó a la música. Fue un narrador, humorista, dibujante y promotor del talento emergente. A través de su programa «Contesta por Tío Simón», se conectó con generaciones, y en «Simón Díaz cuenta y canta», compartió anécdotas y tonadas que resuenan con el alma venezolana.
A pesar de su vasta influencia, nunca se sumergió en la política, pero su preocupación por Venezuela siempre estuvo presente en su música y acciones. Veía su rol como el «Tío Simón» de todos los niños venezolanos, un vínculo generacional que mantiene vivas las tradiciones y valores.
Homenajes y legado
Díaz ha sido homenajeado tanto a nivel nacional como internacional. Desde ser protagonista en espectáculos en el Teatro Teresa Carreño, pasando por reconocimientos en Nueva York, hasta participaciones en festivales internacionales. Pero, quizás, su mayor legado es haber llevado la tonada llanera fuera de las fronteras de Venezuela, transformándola en una pieza admirada globalmente.
Un adiós a una leyenda
La partida de Simón Díaz el 19 de febrero de 2014, a los 85 años, marcó el fin de una era, pero su legado perdura. Su música, sus historias y su amor por Venezuela continúan resonando en el corazón de su gente, asegurando que el eco de la tonada llanera siga vibrando por generaciones.