Miguel Angel
Miguel Ángel Buonarroti nació el 6 de marzo de 1475 en Caprese, cerca de Arezzo en la actual Italia. Hijo de Ludovico di Leonardo di Buonarroto Simoni y Francesca Neri, fue el segundo entre cinco hermanos. Lamentablemente, su madre falleció cuando él tenía solo seis años, marcando una infancia de tonos sombríos y aislamiento.
Desde joven, Miguel Ángel demostró un talento innato para el dibujo. A los 13 años, su padre lo inscribió en el taller del renombrado pintor Domenico Ghirlandaio. Poco tiempo después, su fascinación por las esculturas lo llevó al jardín de San Marcos en Florencia, donde estudió antiguas piezas de la colección de los Medici.
A los 16 años, ya había creado impresionantes relieves como «Madonna della escala» y «Battaglia dei Centauri». Su talento no pasó desapercibido para Lorenzo el Magnífico, uno de los Medici, quien se convirtió en su mecenas. Pero tras la muerte de Lorenzo en 1492, Miguel Ángel dejó Florencia.
Posteriormente, vivió en Bolonia y esculpió obras para la iglesia de Santo Domingo. En 1496, se trasladó a Roma, donde creó dos de sus obras más icónicas: el “Baco” y la “Pietà” para la basílica de San Pedro.
Regresó a Florencia en el 1505, creando su obra magistral, el David, una imponente escultura de mármol que se convirtió en un símbolo del Renacimiento. Sin embargo, su trabajo en Florencia fue interrumpido por el Papa Julio II, quien lo convocó a Roma para varios proyectos. Entre ellos, decorar la bóveda de la Capilla Sixtina y diseñar la tumba del Papa.
Años más tarde, en 1534, regresó a Roma para concluir la Capilla Sixtina, dejando un legado con obras como «La Creación de Adán» y el «Juicio Final».
Miguel Ángel también dejó su huella en la arquitectura. En 1546, se le encargó la monumental tarea de diseñar la basílica de San Pedro, una obra que había sido iniciada por otros artistas, incluidos Bramante y Rafael.
Finalmente, este genio del Renacimiento falleció el 18 de febrero de 1564 en Roma. Además de su legado artístico, dejó tras de sí poesía y escritos que reflejan su filosofía y su profunda conexión con el neoplatonismo.
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