George Eastman

George Eastman

George Eastman nació el 12 de julio de 1854 en Waterville, Nueva York, siendo hijo de María Kilbourn y George Washington Eastman. Antes de cumplir 6 años, su padre vendió su vivero y trasladaron la familia a Rochester, donde fundó el Eastman Commercial College. Sin embargo, poco tiempo después, el padre falleció, dejando a la familia en situación económica precaria.

A pesar de los desafíos, George continuó sus estudios hasta los 14 años. Aunque era un estudiante dedicado, no sobresalía académicamente. Fuera del aula, destacaba como un excelente jugador de béisbol. Sin embargo, la difícil situación económica lo forzó a dejar la escuela a esa temprana edad y trabajar para sostener a su familia. Ingresó al mundo laboral como mensajero en una aseguradora y, más tarde, como «office boy» en otra compañía de seguros. Su dedicación lo llevó a ascender, y para los 20 años ya trabajaba en el Rochester Savings Bank.

Un compañero de trabajo le sugirió llevar una cámara en un viaje que George planeaba hacer a Santo Domingo. Aunque ese viaje nunca se realizó, la fotografía se convirtió en su nueva pasión. Se instruyó en las técnicas de la época y, más tarde, inspirado por las revistas británicas, comenzó a experimentar con emulsiones de gelatina para simplificar el proceso fotográfico.

Con determinación y tras años de pruebas y errores en el laboratorio de su cocina, George finalmente decidió emprender su propio negocio. En 1880, comenzó a producir y vender placas secas. Y pensando siempre en la simplicidad y accesibilidad para el público general, en 1888 presentó la primera cámara Kodak, un dispositivo compacto y fácil de usar. Esta cámara revolucionó la fotografía, convirtiendo la tarea en una actividad accesible para todos.

Con los años, Eastman continuó innovando, lanzando películas transparentes, cámaras para niños y otras mejoras que transformaron la industria. Su visión también lo llevó a explorar la fotografía en color, logrando importantes avances en ese campo.

Desafortunadamente, en 1932, George Eastman decidió terminar con su vida, dejando un legado incomparable en el mundo de la fotografía. Su principal contribución fue democratizar la fotografía, permitiendo que cualquiera pudiera capturar momentos sin necesidad de conocimientos técnicos avanzados.