Alfred Nobel

Alfred Nobel

Alfred Nobel vio la primera luz en Estocolmo, Suecia, el 21 de octubre de 1833. Immanuel Nobel, su padre, se desempeñaba como ingeniero e inventor, especializándose en la construcción de puentes y edificaciones en Estocolmo, mientras que su madre, Andrietta Ahlsell, procedía de un linaje acaudalado.

En 1842, la familia Nobel trasladó su hogar a San Petersburgo cuando Alfred contaba con nueve años de edad. La situación económica de la familia había mejorado, permitiéndoles una vida a la altura de la alta burguesía. Los hijos Nobel no asistieron a escuelas públicas; en cambio, fueron educados en casa por distinguidos profesores especializados en Humanidades y Ciencias Naturales. Su educación incluía lecciones de sueco, ruso, francés, inglés y alemán, así como estudios en Literatura y Filosofía. En el ámbito de las Ciencias Naturales, fueron instruidos por dos renombrados profesores de Química: Julio Trapp y Nikolai Zinin.

Alfred mostró desde temprano un profundo interés tanto en la literatura y poesía inglesas como en la química y física. Sin embargo, su padre aspiraba a que sus hijos se unieran a su empresa como ingenieros, lo cual chocaba con los intereses de Alfred. Para encaminarlo, lo envió al extranjero a estudiar ingeniería química. Durante dos años, Alfred viajó por Suecia, Alemania, Francia y Estados Unidos.

En 1852, Alfred Nobel regresó a Rusia y se incorporó a la fábrica familiar, la cual, debido a la guerra de Crimea, había aumentado su producción y prosperidad. Con su conocimiento e inventiva, Alfred aportó significativamente a la industria bélica de los Nobel.

Con el advenimiento de la paz, la familia Nobel retornó a Suecia. Allí, Alfred se dedicó intensamente a desarrollar un explosivo más seguro que la nitroglicerina. En 1864, encontró un socio capitalista dispuesto a financiarlo, pero una explosión en el laboratorio resultó en la prohibición de continuar sus experimentos en Estocolmo. Nobel y su socio se trasladaron a un lugar fuera de la jurisdicción de la ciudad y formaron una compañía.

En 1865, inauguraron la primera fábrica de explosivos, y el negocio prosperó rápidamente, expandiéndose a Noruega, Finlandia y Alemania. A pesar del éxito, el transporte de nitroglicerina era peligroso, lo que llevó a Alfred a trabajar en la solidificación del explosivo. En 1867, patentó la dinamita.

En 1872, Alfred Nobel, junto a industriales y banqueros internacionales, fundó la Sociedad Anónima Española de la Dinamita (Privilegios Nobel), precursora de la Unión Española de Explosivos (UEE) en 1896. En 1875, mejoró la dinamita al gelatinizar la nitroglicerina, y en 1881 estableció un laboratorio en Saint-Sevran, cerca de París. En 1887, patentó la balistita, una pólvora sin humo.

Desencantado por no haber mitigado los horrores de la guerra, Nobel redactó en 1895 un testamento en el que legaba su fortuna para la creación de los Premios Nobel, destinados a quienes contribuyesen significativamente a la humanidad en campos como Física, Química, Medicina, Literatura y Paz.

Alfred Nobel falleció el 10 de diciembre de 1896 en San Remo, Italia. Su legado, la Fundación Nobel, dotada con aproximadamente 9.200.000 dólares, se encarga desde 1901 de otorgar los prestigiosos premios.

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