Veamos
qué piensa la orgonomía que fundó
Wilhelm Reich acerca del tema, a ver si en este
operativo volador que caracteriza a la exploración
que hemos emprendido podemos aterrizar. O mejor:
a ver si somos capaces de volar a la altura
de la Tierra.
Como
esta joven ciencia se fundamenta en el estudio
de la energía, los criterios de salud
se basan en su libre fluir. El movimiento básico
de la existencia es lo que se llama pulsación
biológica, esa libre y natural alternancia
caracterizada por la contracción y la
expansión. Ejemplos claros son la inspiración
y la expiración en la dinámica
respiratoria o la relación entre sístole
y diástole en la actividad cardiaca.
También es factible verificar este movimiento
básico de la vida observando un embrión
por medio de una ecografía durante los
primeros meses de su desarrollo: allí
se nota con claridad esta característica
de oleaje que tiene la vida, ese incesante ir
y venir que se carga y se descarga rítmicamente.
Para
la orgonomía ocurre lo mismo con un organismo
entero -que considera un campo energético
organizado- juzgando que son los impedimentos
a su libre pulsación los responsables
de la aparición de toda patología.
Ahora
encontramos un socio que nos ayuda a internarnos
por este camino, el distinguido orgonomista
Ola Raknes. Fue una de las personas más
cercanas a Reich y de los que mejor entendió
sus trabajos. No tuvo miedo en formular una
definición de salud y, si es que lo tuvo
supo arriesgar, lo cual mucho le agradecemos.
Él describe esas características
distinguiéndolas de acuerdo a criterios
psicológicos y somáticos:
Comienzo
por los criterios psicológicos, dado
que nuestra investigación se inició
en el ámbito de la psicología
y la psicoterapia:
Capacidad de completa concentración
en cualquier trabajo, en una conversación,
en una relación sexual. Sensación
de unidad en el ser y en el actuar.
Capacidad
de ser y sentirse en contacto consigo mismo
y con los demás, con la naturaleza
y con el arte, e incluso, con los instrumentos
que se usan en nuestro trabajo. Se debe mencionar
también la capacidad de recibir impresiones
y de tener el coraje y la voluntad de permitir
a los hechos dejar una huella en nosotros.
Ausencia
de ansiedad cuando no hay peligro real; capacidad
de reaccionar racionalmente en las situaciones
peligrosas, cuando se entrevea allí
también un importante objetivo racional.
Sensación
duradera y profunda de bienestar y de fuerza,
de la cual el individuo puede darse cuenta
apenas preste atención (aún
si está luchando contra dificultades
o siente dolores físicos que no sean
demasiado intensos). Entre las sensaciones
de bienestar está la sensación
de placer en los genitales durante la espiración.
Ahora
enumeraré algunos de los más importantes
criterios somáticos de la libre pulsación
del organismo. Comienzo con un criterio que
es al mismo tiempo psíquico y somático:
El orgasmo, acompañado de pérdida
momentánea de conciencia y convulsiones
del cuerpo entero. Ocurre en intervalos bastante
regulares que varían dependiendo del
individuo y del tiempo.
El
organismo entero tiene un buen tono; el aspecto
corpóreo es elásticamente erecto,
sin espasmos o calambres que alteren su armonía.
La
piel es cálida y bien irrigada de sangre,
el color es rosado o levemente bronceado,
el sudor debe ser cálido.
Los
músculos pueden pasar de la tensión
a la relajación sin estar, ni crónicamente
contraídos, ni flácidos. La
peristalsis es fácil: no hay estreñimiento
ni hemorroides.
La
fisonomía o expresión facial
es vivaz y móvil, nunca inmóvil
como una máscara. Los ojos brillantes
con rápida reacción pupilar,
y las órbitas ni están hundidas
ni sobresalen.
Espiración
profunda y completa con una pausa antes de
la nueva inspiración, el movimiento
torácico es libre y relajado.
El
pulso regular, tranquilo y fuerte; la presión
sanguínea es normal, ni demasiado alta
ni demasiado baja.
Los
glóbulos rojos están plenos,
con la membrana periférica bien tensa
(sin arrugas ni protuberancias); presentan
un fuerte y amplio halo orgónico y
se desintegran lentamente en biones gruesos,
colocados en solución salina fisiológica.
Por
último, hay un amplio y variable campo
orgónico que circunda todo el organismo
(aura)."
Nuestro
amigo Raknes comenta, con la humildad que lo
caracterizaba: "y añadiré
por mi cuenta el tener un cierto espíritu
de aventura".
Ya
se va perfilando algo parecido a una persona
humana funcionalmente sana.
Ahora podemos comprender bastante mejor en qué
consiste la salud, algo ya muy alejado del monigote
robotizado que "aprueba los exámenes"
de los centros de diagnóstico.
Tal
vez se pregunten qué pasa con la descripción
de cada uno de los órganos, por qué
no se hace énfasis en este aspecto. Sin
embargo esto no es cierto: la definición
de salud que propone la orgonomía a través
de Ola Raknes se acuerda de los órganos
a través de sus expresiones funcionales
más importantes: tono muscular, piel
cálida, evacuación intestinal,
ojos brillantes, espiración completa,
movimiento torácico, pulso regular, tensión
arterial normal y glóbulos rojos turgentes.
Y alude al conjunto del sistema vivo a través
de los criterios psicológicos de salud
y de algunos somáticos: orgasmo, elasticidad
corporal y halo energético periférico.
Por
otra parte hay una suerte de "comprobación
por la eficiencia": los criterios de salud
recién expuestos, tanto los de la macrobiótica
como los de la orgonomía, no podrían
darse si cada uno de los órganos, aparatos
y sistemas no fueran capaces de funcionar bien.
Es algo así como evaluar el estado de
un árbol por la calidad de sus frutos
y la belleza de sus flores.